Vaishlaj

By diciembre 1, 2023 Parashot
1 diciembre de 2023 /18 Kislev 5784

Rabino Efraim Rosenzweig

(Génesis 32:4-36:43)

 

En nuestra parashat Vaishlaj, Iaacov eleva sus oraciones a D’os cuando se está acercando el momento de enfrentar a su hermano Esav. hatsileini na miyad ají, miyad Esav: “sálvame por favor de la mano de mi hermano, de la mano de Esav”. Comentan nuestros jajamim, “es mi hermano, pero también es Esav”, prototipo del malvado. La consanguinidad no siempre garantiza amistad y bondad. La enemistad entre hermanos puede ser extremadamente cruel, alimentada por la envidia y una excesiva competencia filial. Parte de la historia de la humanidad comienza con el asesinato de Abel por su hermano Caín.

 

Iaacov se prepara para el encuentro con Esav con tefila, “rezo”, dorón, “obsequios”, y para la posibilidad de miljamá, “el conflicto armado”. Es la noche anterior al encuentro, vayivater Iaacov levadó, vayeavek ish imó…, “Iaacov queda solo y lucha contra un hombre”. Iaacov es el vencedor y no permite al hombre irse sin antes obtener una bendición. Lo Iaacov yeamer od shimejá ki im Israel, “tu nombre no será más Iaacov, sino Israel”, pronuncia el enigmático hombre, ki sarita… vatujal, “porque te enseñoreaste… y venciste

 

¿Quién era este hombre que lucha contra Iaacov? Según algunos comentaristas era el ángel guardián de Esav que logra herir a Iaacov en el muslo, dejándolo cojo como resultado del combate. Iaacov recibe su nombre original, porque al nacer se había colgado arrastrados del talón de su hermano. Ahora recibe un nuevo nombre, Israel, que lo señala como el victorioso. Es el mismo vocablo que se utiliza para designar al Estado Judío creado por la decisión de las Naciones Unidas en noviembre de 1947. Cuando proclama su independencia en mayo de 1948, lo hace con el nombre de Estado de Israel.

 

¿Por qué se escogió el nombre Israel para designar al nuevo estado? Judea hubiera sido una apelación más acorde con la historia. Después de la muerte del rey Shelomó, el estado se dividió en dos reinos, Israel en el norte, y Yehuda, Judeaen el sur. Nosotros somos los descendientes del reino de Yehuda, y por lo tanto, éste hubiera sido el nombre más apropiado.

La impotencia de no poder decidir su destino podría ser la lógica caracterización de la situación del Pueblo judío durante los dos milenios de su exilio. ¿En qué lugar geográfico se radicaba el judío? En el país en el cual le permitían residir. ¿Cuáles eran sus oficios o profesiones preferidas? Dependía de la bondad de los gremios o de los cupos, de los numerus clausus que las universidades le ofrecían. ¿Por qué abandonaba, en masa, algún país? Porque de allí lo desterraban. En fin, el judío no era quien regía ni su presente ni su futuro. Era un objeto que se comportaba de acuerdo con la idiosincrasia y el capricho de los otros. No se le permitía iniciativa o decisión propia alguna. Reaccionaba de acuerdo con las circunstancias que se creaban en su entorno, pero sin poder participar en ellas. El judío no tenía voz, ni aporte alguno, en las decisiones de la sociedad. Estaba enteramente apartado del medio circundante. Así como el nombre Iaacov quiere decir seguir detrás de algo, así era la vida del judío de esta diáspora de larga duración. Estaba destinado a seguir instrucciones ajenas en un ambiente intolerante y hostil.

 

Con la creación del nuevo estado se quiso dar por terminada esta situación. Este era un grito de independencia, en el sentido  que, desde ese momento en adelante, era el propio judío quien iba a decidir su destino. El mismo iba a trazar el compás y el rumbo de su vida. Dejaría de ser un testigo pasivo de la historia para convertirse en un actor, en un partícipe de las grandes decisiones de la sociedad humana. Estaba dispuesto a luchar por ello y confiaba en que podría vencer la adversidad. Tal vez sea esa la razón por la que se escogió el nombre de Israel para el nuevo estado. Con su establecimiento que quiso significar un vuelco distinto a la historia de los siglos pasados. Se propuso señalar que somos como el Israel bíblico, el que cuando fue necesario se había enfrentado a un ángel y había obtenido la victoria.

 

Shabat Shalom!