Vaietze

By diciembre 1, 2022 diciembre 2nd, 2022 Parashot
2 diciembre del 2022 / 8 Kislev 5783

Rabino Efraim Rosenzweig

(Génesis 28:10-32:3)

En la parashat Vaietze que leemos este Shabat, se nos relata que Iaacov “se encontró” con “el lugar”. Los comentaristas afirman que ese encuentro en la noche representa el primer indicio de una plegaria nocturna. La tradición judía considera que la idea de orar formó parte del judaísmo que predicaron los patriarcas y que la tefilá se formalizó de acuerdo con las usanzas del Beit HaMikdash.

El Talmud enseña que las diferentes plegarias corresponden a los sacrificios ofrecidos en el Templo, pero la idea de la oración es muy antigua. Abraham instituyó Shajarit, la plegaria matutina. Itsjak estableció Minjá, la oración de la tarde y Iaacov concibió Arvit, el rezo de la noche. Esto nos enseña que, desde sus comienzos, el judaísmo enseñó que la relación entre hombre y D’os se puede producir también a través de la tefilá. La práctica de la oración se manifiesta especialmente en la preocupación patriarcal por su descendencia.

La estirpe de Abraham, indispensable para la continuidad de su revolución espiritual, no fue el resultado del proceso natural de la procreación, consecuencia inevitable de la unión entre los sexos. La primera matriarca, Sara, tuvo dificultades en concebir y finalmente lo logró a la edad de noventa años, gracias a una intervención Divina anunciada por uno de los emisarios que visitó al convaleciente Abraham.

El Talmud sugiere que D’os está deseoso de las plegarias de Israel; por ello ocurrieron las dificultades en el embarazo, para que las matriarcas y los patriarcas le ofrecieran oraciones.

Está claro que el propósito fundamental era inculcar la noción que el nacimiento de un ser humano no es automático, incluso después de la unión sexual.  Apremia la intervención Divina.

Debido a su dificultad para concebir, Rajel le pidió a su esposo Iaacov que interviniera ante D’os. La respuesta de Iaacov fue extraña: destacó que se trataba de una decisión Divina y que él, Iaacov, no podía sustituir a D’os ni interferir con su voluntad. De acuerdo con Rambam, Iaacov desea destacar que el afectado es quien debe orar.  Rajel tenía que pedirle directamente a D’os, porque la petición del afectado siempre es más efectiva.

Abraham invoca el Nombre de D’os en la mañana con el rezo de Shajarit. Pero cuando las sombras aparecen con el atardecer y la claridad del día desaparece, Itsjak “conversa” con D’os, recita la plegaria Minjá, porque la salvación aún no es completa. Vayifgá ba-Makom, Iaacov “toca” a D’os con el anochecer. En la oscuridad, en los momentos de mayor dificultad cuando la salvación se advierte lejana, Yaacov recita Arvit.

La historia del Pueblo judío contiene los tres elementos: día, tarde y noche. El Estado de Israel representa, Vayashkem Avraham babóker, el amanecer contemporáneo. En el transcurso de la historia, el amanecer se hizo presente en los días del Beit HaMikdash, en la época de los Jashmonaim. Gracias a la presencia de los sabios del Talmud, Rashí y los Tosafistas, Rambam y Rabí Yosef Karo, Rabenu Gershom y Rabenu Tam, y muchísimos otros jajamim, Shajarit –la estrella del amanecer– estuvo presente en diversos momentos de la historia del Pueblo judío, hecho que permitió que el judaísmo se afianzara, incluso en el exilio.

Las cruzadas y la Inquisición, simbolizaron el “atardecer” que exigió la plegaria Minjá, el indeseado pero frecuente retiro de la Shejiná, la Presencia Divina que se ausentó y no cubrió al Pueblo con su manto protector.

La “noche” que incentivó la formulación del Arvit está representada principalmente por la destrucción del Beit HaMikdash en el año 70 y por el Holocausto que los nazis perpetraron en nuestros días.

Retomando nuestro tema patriarcal, Rajel da a luz porque D’os responde a la plegaria. Sin embargo, la oración determinante aparentemente no fue enunciada por Yaacov. Y esa plegaria fue respondida.

 

Shabat Shalom!