TRUMÁ

By febrero 23, 2023 Parashot
24 febrero de 2023 / 3 Adar 5783

Rabino Efraim Rosenzweig

(Éxodo 25:1-27:19)

La parashat Trumá inicia un conjunto de capítulos contienen, con minucioso detalle e instructivos precisos, los elementos necesarios para la construcción del Mishkán, el Tabernáculo: el Santuario de D’os que acompañará al pueblo hebreo durante su larga travesía por el desierto. Siglos más tarde, el rey Shelomó construirá el Beit HaMikdash, basado en las instrucciones recibidas para el levantamiento del Mishkán.

Los exégetas se identifican con el asombro expresado en el Midrash que cuestiona la lógica del instructivo divino.

 

Suponen que Moshé reflexionó: “D’os, Tú nos ordenas hacer un Santuario y al mismo tiempo sabemos que los cielos que no te pueden contener”. Esta afirmación presenta el dilema fundamental de la percepción hebrea de un D’os que no puede ser representado de manera física o material alguna y la necesidad de erigir un Templo, una morada para ese D’os. Por ello, los jajamim concluyeron que estos instructivos no pueden ser cuestionados, porque no están sujetos a un proceso lógico: el mandato del Mishkán era problemático.

 

No obstante que la Torá, por ejemplo, ofrece una explicación precisa con referencia a la elaboración de la Menorá, según la óptica de los exégetas, Moshé tuvo dificultad con su fabricación. D’os tuvo que mostrarle un modelo celestial que pudiera copiar. El sitio de la Menorá estaba delante del Parójet, la cortina que separaba al Arca que contenía las Tablas de la Ley, como si para D’os fuese necesaria una luz que alumbrara el camino al lugar más sagrado del recinto.

 

Al contrario, el texto bíblico afirma que había nubes luminosas que D’os había creado para guiar al Pueblo durante su largo viaje por el desierto. ¿Acaso D’os necesita luz, cuando Él es la fuente de toda luz que creó como primer acto en Bereshit y exclamó: “Iehí Or”, “que sea la luz”?

 

Está claro que el Mishkán había sido una concesión divina a la necesidad humana de “representar” una idea: dar un contenido concreto a un ideal netamente espiritual. El Mishkán no había sido erigido para dar cabida terrenal a D’os: su propósito era satisfacer la necesidad humana de “ubicar” a D’os en un lugar específico, no obstante que al mismo tiempo tendrá que reconocer que el universo es “demasiado pequeño” para contener a D’os.

 

En el pensamiento panteísta, D’os es sinónimo de la naturaleza, pero de acuerdo con el judaísmo, D’os está más allá de la naturaleza, porque la naturaleza y el universo son creaciones de D’os.

 

El gran rabino de Israel Harav Kook, quien en una alocución sabática sugirió que la Menorá demostraba el encuentro entre D’os y el hombre: era un punto de intersección entre el aspecto divino y el factor humano. Mientras que los Diez Mandamientos habían sido promulgados por D’os, quien entregó las Tablas de la Ley a Moshé, la Menorá requería la intervención humana.

 

El modelo era divino pero el encendido era humano. Siendo el efecto fundamental de la Menorá la luz que irradia, la tradición establece una ecuación: luz es igual a juicio y conocimiento. Más aún: cada uno de los brazos representa un nivel o paradigma de sabiduría, mientras que la luz del medio simboliza la sabiduría infinita de D’os.

 

Según Rambam, sólo el Cohen puede preparar y limpiar la Menorá, mientras que toda persona puede encenderla. Si se equipara la luz con la sabiduría, es posible que el dictamen de Rambam implique que el conocimiento puede provenir de fuentes diferentes. Los griegos, por ejemplo, dejaron un legado muy importante a la Humanidad, que Rambam absorbió a través de filósofos árabes como Avicena. Este hecho es representado por las recomendaciones y consejos que Moshé había recibido de su suegro Itró, un sacerdote gentil.

 

No obstante, el misterio representado por el Mishkán y sus componentes, los jajamim encontraron ideas y simbolismo espiritual en sus elementos y nunca “personificaron” a D’os, ni fueron seducidos por interpretaciones ilusas que pudieran comprometer su fe en un D’os irrepresentable por elemento alguno del universo, producto de Su misma creación.

 

Shabat Shalom!