Rabino Efraim Rosenzweig
(Éxodo 27.20-30:10)
Estos capítulos de la parashat Tetzavé, enumeran las vestimentas y los ornamentos que utilizaba el cohén, para luego señalar las características del proceso de su consagración como sacerdote. Los estudiosos nos alertan frente al hecho que, por primera vez, desde el momento de su aparición en los anales de nuestra historia, Moshé está ausente del relato de la Torá. No se le menciona. Uno de los célebres exegetas, Baal Haturim, sugiere que esta ausencia se debe a que Moshé se expresó de una manera particular durante el episodio del becerro de oro. Moshé le implora a D’os que perdone al Pueblo judío en aquella oportunidad, alegando que si no fuera posible: “bórrame, por favor, del libro que Tú escribiste”. A pesar que D’os perdona a Su Pueblo, lo dicho por un personaje de la trascendencia de Moshé se cumple aun cuando no están presentes todos los factores que condicionaron de su afirmación. Se perdona a los hebreos, pero el nombre de Moshé se elimina en algún texto. Tal vez la enseñanza para nosotros es que tenemos que ser muy cuidadosos con nuestras palabras y expresiones. Por lo tanto, es conveniente ser explícitos, claros y exactos, especialmente cuando una proposición puede interpretarse de diversas maneras y en consecuencia puede dar lugar a interpretaciones erróneas y, por lo tanto, indeseables que pueden herir los sentimientos de nuestro prójimo.
¿Por qué fueron escogidos estos capítulos para omitir el nombre de Moshé? ¿Para poder de esta manera dar cumplimiento a su célebre petición de “bórrame”? Cabe pensar que la ausencia del nombre de Moshé, el conductor del éxodo de Egipto, sea una manera de señalar la separación de los poderes y la independencia entre ellos. El sacerdocio tiene que estar separado de cualquier otra forma de liderazgo. Cada uno de ellos, Moshé y Aharón, tenían una función especial y diferente. El sacerdocio de Aharón es hereditario, pero el liderazgo de Moshé no lo es. Las leyes a cargo de los cohanim son inmutables. Las enseñanzas de los jajamim son dinámicas para que puedan responder a las cambiantes condiciones bajo las cuales se desarrolla y se desenvuelva una sociedad. Los principios en los cuales se basa la halajá, que es el marco de la legislación judía, están dados y conformados. Los jajamim, sin embargo, tienen la misión de interpretar estas normas legales para su aplicación a situaciones que no hayan sido contempladas anteriormente. En el campo de la medicina moderna, por ejemplo, existen técnicas y adelantos que exigen una nueva definición del momento exacto de la muerte. Lo mismo sucede en otros campos.
Hubo momentos en nuestra historia cuando la separación entre estos poderes estuvo entre brumas, por ejemplo, en la época de los macabim que eran reyes y cohanim a la vez. En efecto, cuando los diferentes poderes se ubicaron en un solo grupo, vino la corrupción y el inicio de un proceso de desgaste que culminó en el desastre y en la pérdida de nuestra independencia nacional.
¿Cuáles son las vestimentas de los cohanim descritas en estos capítulos? El joshen es una piedra preciosa que portaba el cohén a la altura del corazón. El efod es, probablemente, una serie de cinturones que unen la espalda al pecho del cohén y que sirve para sostener algún objeto (probablemente el joshen mishpat). Ketónet es un camisón con el cual se cubría el cuerpo y meil es una túnica que se colocaba por encima. El tashbetz servía de matriz para la colocación de ciertas piedras preciosas. El gorro utilizado por el kohén se denomina mitznéfet. El avnet es un cinturón con el que se amarra el ketónet y el efod sirve para asegurar el meil.
Encima del efod y, sobre los hombros del cohén, aparentemente se colocan dos piedras de ónice con los nombres de las doce tribus grabadas sobre ellas y con láminas de oro a su alrededor. Adicionalmente, el kohén también portaba sobre su pecho el joshen mishpat que consistía de doce piedras preciosas diferentes, ordenadas en cuatro grupos. Cada piedra individual estaba dedicada a una tribu diferente, siempre de acuerdo al orden de nacimiento de cada uno de los hijos de Yaacov. El simbolismo es claro, visible. Los nombres de las doce tribus hacen referencia a la unidad del pueblo y, simultáneamente, señalan al kohén como el portavoz de la totalidad de ese mismo Pueblo.
Shabat Shalom!