Soledad en un Mundo Hiperconectado
Una mirada desde la psiquiatría y el judaísmo
Por. Dr. Roberto Amon
Rabino Daniel Zang
Video conversatorio
Reportaje Jadashot
En una primera aproximación es muy importante distinguir entre vivir solo, estar aislado socialmente, el sentimiento de soledad y el sentirse desolado. Uno puede vivir solo(a), pero estar completamente inmerso en la comunidad y tener una rica red de conexiones sociales; por el contrario, uno puede vivir rodeado de otros y experimentar de igual manera el sentimiento de soledad, y también uno puede sentirse desolado(a), por el dolor emocional de un duelo o una pérdida que dificulta la conexión con un otro.
Kohelet (4:9-10) nos expresa, “Dos son mejor que uno, porque sacan más provecho de sus afanes, si uno tropieza, el otro lo levanta”. Así la relevancia del acompañamiento en los momentos de dificultad, esta socializacion secundaria, nos permite afrontar los desafíos de la vida.
Ahora bien, centrándonos en el concepto de soledad, podríamos decir que hay una soledad que se experimenta como positiva, es una soledad que se busca de manera activa y que es experimentada como necesaria para la creatividad, espiritualidad y el descanso. Muchas veces es buscada por religiosos, poetas, filósofos, o bien por quienes buscan un espacio para nutrirse de ella. Es una soledad aguda y muchas veces toma la forma de retiros, o de querer tomar distancia de las cosas.
En la tradición judía, hay un estímulo a este tipo de soledad. La amidá, por ejemplo, se realiza en silencio e introspección, reconociendo al final en los movimientos corporales que somos parte de un minyan, un grupo de sentido (socialización terciaria). La Hitbodedut (tipo de meditación) también nos invita al autoconocimiento y programación positiva. Sin embargo, ya en la Torá, encontramos advertencia sobre tendencias ermitañas, en la regulación de las leyes del Nazir.
Hay otra soledad que nos atañe más a los profesionales de la salud mental que es la soledad experimentada como negativa, como forma de sufrimiento, en este tipo de soledad la persona siente una falta de alineación entre las expectativas que se tienen de conexión social en calidad y cantidad, y el nivel de conexiones sociales percibidos. Debido a que estamos en el terreno de las expectativas y percepciones, implica que esta experiencia es subjetiva, es decir no existe una soledad objetiva, y por lo mismo, está sujeta a los estilos de personalidad, el estado emocional, la micro-cultura personal, familiar y comunitaria. Aquí estamos habitualmente en presencia de una experiencia más crónica de soledad.
Este último tipo de soledad se considera una epidemia o bien una pandemia en la actualidad, ya que es experimentada por 1 de cada 12 personas en el mundo entero, y alcanza a 1 de cada 4 adultos mayores. Además, se ha asociado a un 26% de muerte prematura, ya que aumenta el riesgo de hipertensión arterial, obesidad, tabaquismo, diabetes, colesterol elevado, cáncer e inactividad física. Además, tiene su mayor impacto negativo en las personas de 30 a 50 años, y se ha visto que los adultos mayores se adaptan mucho mejor a ella. Si pensamos en cuales serían los mecanismos a través de los que actuaría la soledad serían por un lado los conductuales, ya que las personas que experimentan esa soledad comen peor, hacen menos ejercicio y se exponen menos a la luz solar, también se han identificado mecanismos fisiológicos en el sentido que se ve afectada su calidad del sueño, tienen niveles más elevados de cortisol que es la hormona del estrés y eso produce un estado inflamatorio y altera la inmunidad; también están involucrados mecanismos psicológicos en el sentido de que tienen mayor depresividad, ansiedad y emociones negativas como la rabia. Y finalmente en el cerebro de las personas que experimentan soledad crónica también se aprecian cambios, tienen menor volumen de la sustancia gris, o sea neuronas, especialmente en las cortezas frontales, hipocampo y la ínsula. Regiones claves para el pensamiento, el control de impulsos, la experiencia del cuerpo y la memoria. Y también sus cerebros tienen mayores alteraciones de la integridad de la sustancia blanca, es decir las conexiones entre las distintas regiones cerebrales. Todo eso aumenta el riesgo de Alzheimer y otras enfermedades neurodegenerativas.
Los estudiosos de la soledad han hecho además algunas distinciones en ella, se habla de soledad emocional, cuando hay una percepción de carencia en las relaciones de intimidad, afecto y contención, es decir en las relaciones románticas, la familia nuclear y los mejores amigos, habitualmente se refiere a no más de 5 a 6 personas. Haciendo la distinción con una percepción de soledad social en la que la persona siente una carencia en las relaciones de afiliación e integración social en su grupo de referencia más amplio que son los amigos, la familia extendida, los colegas o compañeros de estudio y trabajo. Esto se refiere a un grupo de entre 5 a 20 personas habitualmente. Por otro lado, hay algunos investigadores que hablan de una soledad colectiva, que es aquella que hace referencia a sentir que uno pertenece a una comunidad, que puede ser un barrio, o una pequeña ciudad, o algún colectivo, en este caso estamos hablando de grupos de hasta 1500 personas, con los que uno comparte valores y visiones comunes. Otros autores hablan finalmente de una soledad existencial, que se referiría a la conexión que tenemos con la vida, con el sentido de la misma, con la trascendencia y la memoria. Este último tipo de soledad a veces se manifiesta en las personas como un temor a la muerte, un sin sentido a la vida y el temor a ser olvidados.
Hoy en día- por otro lado- en que estamos en la era de la información, de las redes sociales y de la inteligencia artificial, hay ciertas paradojas que vale la pena examinar. Por ejemplo, los jóvenes y adolescentes que abusan de las redes sociales tienen una autoestima más baja, se sienten más solos y perciben un menor apoyo de su grupo familiar y social cercano, y el volcarse a las redes sociales es una especie de grito desesperado por esas conexiones significativas, exponiéndose además al mobbing o acoso online y a la reducción del tiempo de interacciones offline. En cambio, el uso de las redes sociales por parte de los adultos mayores los hace sentir que forman parte de la familia y la comunidad, y mejora su percepción de conexión.
El midrash cuenta que cuando Rabí Shimón Bar Yojai huye del emperador, se oculta en una cueva. Ocurrió un milagro: un algarrobo y una fuente de agua fue creados para él. Solía sacarse sus ropas y sentarse cubierto de arena hasta la nuca, para que sus ropas no se desgastaran y estudiaba todo el día. Vivió doce años en la cueva. Un día, vino el profeta Eliahu, se paró en la entrada de la cueva y exclamó: “el emperador ha muerto y el decreto ha sido anulado”. Salió de la cueva y al ver a un hombre arando y sembrando, dijo: “¡Abandonan la vida eterna y se ocupan de vida temporal!” Todo lugar donde ponía sus ojos era inmediatamente quemado. Salió una voz celestial y dijo: “¿Has salido para destruir Mi mundo? ¡Regrese a su cueva!”. Aun el mayor de los místicos, sale de su soledad destruyendo al mundo que lo rodea, no comprende sus leyes, su ser, y no puede construir una relación con los otros.
En analogía, la tecnología, parecería entregarnos todo lo que necesitamos (el algarrobo) y podemos vivir insertos en un mundo paralelo (la cueva) sin ser conscientes de la realidad (el Emperador murió). Se puede pasar días sin vestirse, o cubierto con mantas hasta la nuca…
La soledad, cuando satisface las necesidades, suele crear adicción.
El caso de la inteligencia artificial (IA) es único en la historia de la humanidad ya que por primera vez herramientas como Siri, Alexa, ChatGPT tienen la capacidad de generar relaciones de intimidad con las personas, y en un futuro cercano serán completamente personalizables, por lo que está por verse que impacto tendrán en los seres humanos. Una aproximación a ello es ver la película Her (Ella), en la que un escritor de cartas sentimentales a pedido luego de una crisis matrimonial compra un sistema operativo que incluye a samantha como su asistente virtual e IA, iniciando una relación romántica con ella.
Ahora que ya tenemos un panorama más amplio del concepto de soledad, ¿qué podemos hacer para reducir su impacto? En este sentido algunos países como Inglaterra en 2018 y Japón en 2020 crearon un ministerio encargado de la soledad con la idea de generar políticas públicas para reducir su impacto en la sociedad. Pero a nivel personal y familiar nosotros podemos desarrollar una serie de estrategias conductuales para aumentar la exposición a las relaciones sociales, ejemplo, buscar una pareja romántica, estrechar lazos con la familia y los amigos, motivar a los jóvenes a aumentar sus interacciones offline y el deporte, participar de voluntariados y ONGs, aprender cosas nuevas en forma colectiva, por ejemplo, tomar clases de arte, cultura e idiomas, hacer ejercicios, yoga, pilates, trekking y otros en forma colectiva. Aquí la clave es la palabra “participar”, ser parte de algo más grande que nosotros mismos.
En ese sentido, ser miembro activo de nuestra comunidad Sefaradí tiene un tremendo rol protector y amortiguador del sentimiento de soledad, ya que en ella nos acompañamos, compartimos valores, encontramos consuelo y contención, podemos participar de las numerosas y variadas actividades sociales, nos da al mismo tiempo un sentido de trascendencia y ayuda a preservar la memoria colectiva.
Finalmente, algo muy importante es que, si nos damos cuenta que nuestras creencias, el estado de ánimo, la ansiedad social, ciertas conductas, la salud o la historia de vida son los problemas principales para tener una vida social activa y plena, debemos buscar ayuda profesional.