(Levítico 9:1-11:47)
El tema de kashrut, que trata acerca de las comidas permitidas y de los alimentos prohibidos, es el motivo central del capítulo 11 de nuestra parashat Shemini. Según el entendimiento de los jajamim, el hombre y la mujer, en un principio, fueron vegetarianos. Después del episodio del diluvio el hombre recibe la dispensa para comer carne. Naturalmente, para comer carne es necesario matar a un animal y entre las leyes que recibe Nóaj, se encuentra una que prohíbe arrancar una extremidad del cuerpo de un animal vivo. Para comer la carne de un animal, dice esta ley, es necesario matar al animal primero.
En nuestra lectura se especifican los animales cuya carne nos es permitida. En el caso de los cuadrúpedos, estos requieren tener la pezuña partida y ser rumiantes. La Torá menciona tres animales que son rumiantes, pero cuya pezuña no está partida, tal como el camello. El cerdo es el ejemplo contrario citado, porque tiene la pezuña partida, pero no es rumiante.
En la práctica judía, el proceso de kashrut requiere de pasos adicionales para poder ingerir la carne de un animal. El punto esencial, es que tenemos que partir de un animal kasher para poder comer su carne después de cumplir con cierto proceso adicional. En el caso de los peces, se requieren aletas y escamas para obtener el calificativo de kasher. En vista que, dado que los crustáceos y los moluscos no poseen estas características, no pueden calificarse de kasher. La Torá enumera una serie de aves que no deben formar parte de nuestra dieta. Son, generalmente, las aves de rapiña. La halajá señala como kasher a las aves de corral. En las palabras de la Torá, el motivo de las leyes de kashrut está ligado con la noción de santidad. Leemos en Vayikrá (Levítico) XI, 44: “Por cuanto Yo soy el Eterno, vuestro D’os, vosotros os santificaréis, pues Yo soy Santo, por lo cual no mancharéis vuestras almas con ninguno de los reptiles que reptan sobre la tierra”.
Existe una extensa literatura acerca de las razones para la observancia del kashrut. Los razonamientos con los cuales puede uno identificarse, no siempre son relevantes para otros. Las complejas y minuciosas reglas en este campo,, no permiten que nos convirtamos en dependientes de la comida o en glotones. La observancia del kashrut nos obliga a reflexionar y a ser cuidadoso en el proceso de consumir los alimentos. Después de todo, una criatura de D’os, aunque sea un animal, tuvo que ser sacrificada para que podamos alimentarnos. No se puede disparar al primer animal que aparezca. Es necesario todo un proceso de preparación (shejitá, bediká, hadajá y melijá). El animal es sacrificado por un shojet, que es especialista en la materia, de acuerdo con un conjunto de reglas religiosas; su carne es puesta en remojo por un tiempo específico y luego se cubre con sal durante otro lapso, antes de ser consumida lo que nos hace estar conscientes que un ser vivo ha perdido la vida para saciar nuestra hambre. En últimas cuentas, es un factor adicional que nos enseña a ser mesurado en el proceso de satisfacer el hambre, a controlar nuestros deseos y ser dueños de nuestras pasiones, para poder ejercer el libre albedrío y poder tomar las decisiones, independientemente, de apetitos pasajeros.
Shabat Shalom!