Rabino Efraim Rosenzweig
(Números 25:10-29.39)
El héroe de la lectura semanal, y que da nombre a la parashá es Pinjás, quien demuestra su fidelidad a Moshé al matar a Zimrí ben Salú, un príncipe de la tribu de Reuvén, que trajo a su mujer gentil delante de Moshé, en un acto de desafío y reto a su liderazgo. La intervención de Pinjás seguramente fue apreciada por Moshé, pero de cualquier manera había sido un acto de violencia.
Según la Mishná, una de las características fundamentales de los cohanim, y los sacerdotes, -y Pinjas lo era-es su insistente dedicación al shalom: la paz. La bendición que los cohanim repetían en el Beit HaMikdash, “D’os te bendiga y conserve”, termina invocando que el Creador otorgue el shalom. Ser discípulo de los cohanim implica ohev shalom verodef shalom, “amar la paz y perseguir la paz”, como dice el Pirkei Avot.
Al tomar en cuenta que los cohanim eran descendientes de la tribu de Leví, notamos que los antecedentes de este hijo de Aharón son incongruentes con la característica del shalom. Leví, junto con su hermano Shimón, matan a todos los varones de la ciudad de Shejem debido a la violación de su hermana Diná.
Cuando los hebreos fabrican el Éguel hazahav (el becerro de oro), Moshé hace el llamado: Mi LaShem elai (“Quienes estén con D’os, vengan a mi lado”), y la tribu de Leví responde afirmativamente y, espada en mano, mata a alrededor de tres mil individuos que habían danzado frenéticamente alrededor de este becerro.
El hecho que la tribu de Leví no haya recibido una porción en la repartición de la Tierra Prometida, puede ser interpretado como un castigo por su comportamiento belicoso. En efecto, la halajá ordena que el cohén que asesine a otra persona, incluso por accidente, no puede “levantar las manos para bendecir al Pueblo”. Está claro que el cohén no puede estar involucrado con la muerte. Al contrario de la usanza egipcia, en la que los sacerdotes eran los guardianes de los secretos de la muerte y del proceso de embalsamar a los cadáveres, el cohén tenía que separarse totalmente en el caso de la muerte de un individuo. En el caso del Cohén Gadol, éste no podía participar en el entierro de sus propios padres.
Por haber enarbolado la espada, el rey David no recibió el consentimiento divino para la construcción del Beit HaMikdash. Está claro que el comportamiento de Aharón y sus descendientes era objeto de escrutinio y crítica. En nuestro texto semanal, Pinjás, descendiente de Leví, arremete mortalmente contra un miembro de la tribu de Shimón, su aliado tradicional, porque en esa ocasión se estaba retando el liderazgo de Moshé, hecho que podía ocasionar la inestabilidad política del Pueblo.
Sin embargo, los sabios de Israel van a enseñar que esto es “halaja vein morim ken”. Fue una acción meritoria en ese momento, pero no puede de ello aprenderse ninguna lección. De hecho, D’os establece un pacto de paz con Pinjas, y a partir de allí los cohanim no participaran de las acciones bélicas.
La paz representada por el cohén tenía su equivalencia en la estabilidad y la armonía, cualidades indispensables para el auténtico shalom, voto con el cual concluía la bendición del Pueblo hebreo.
Shabat Shalom!