Nasó

By junio 8, 2022 Parashot
10 junio del 2022 / 11 Sivan 5782

Rabino Efraim Rosenzweig

(Números 4:21-7:89)

U no de los episodios más enigmáticos de la Torá se refiere a la Sotá, la mujer sobre la cual cae la sospecha de adulterio y el procedimiento que se debe seguir para esclarecer la situación: su culpabilidad o inocencia. De hecho, hay un tratado entero del Talmud dedicado a esto y que tiene ese nombre. No obstante, esta indicación de la Torá, de acuerdo con el Talmud, Rabí Iojanán ben Zakai descontinuó la práctica de la ceremonia debido al incremento de los casos de adulterio. Estos asuntos se solucionaron con el divorcio de la pareja. Sin embargo, persiste el interés por esta inusual ceremonia y vamos a describirla.

Si la esposa tiene un comportamiento dudoso, el marido le advertirá –en presencia de dos testigos– que debe evitar sus encuentros clandestinos con una persona específica. Si desatendiendo esta advertencia, se observa que la mujer en cuestión ingresó con esa persona a un lugar donde podía haber ocurrido un encuentro sexual y no hay testigos que afirmen lo ocurrido, se puede proceder al examen de las “aguas amargas”. Una ordalía o juicio de D’os que se aplicó mucho tiempo, incluso bien entrada la Edad Media.
Este examen se puede realizar sólo bajo el consentimiento de ambas partes: tanto del marido como su esposa.

Una corte local escucha el alegato de la pareja y envía a dos jueces para que los acompañen al Sanhedrín, la Corte Suprema Rabínica en Ierushaláyim, corte compuesta por setenta y un jajamim que tenía la facultad de decidir asuntos de la mayor trascendencia.
En todo momento, la mujer bajo sospecha sabe que si desea admitir su falta no tendrá que pasar por el examen de las “aguas amargas” y su destino será el divorcio. Cuando se encuentra ante el Sanhedrín, recibe esta instrucción en público.

La ceremonia se realiza en un portal que mira hacia el Kódesh HaKodashim, lugar en el cual un cohén efectúa un juramento y una maldición. “D’os ocasionará que tu muslo caiga y que tu vientre se hinche”, y la mujer debe responder: “Amén, amén”. Este párrafo, que incluye el Nombre de D’os, se escribe sobre un pergamino. Se introduce agua consagrada en un receptáculo de barro y se incluye polvo del santuario sobre la superficie del agua. El pergamino se introduce en el agua de tal modo que la escritura se disuelva en el líquido.
Seguidamente, el Cohen rasga la ropa de la mujer, le descubre la cabeza, le revuelve el cabello, le hace la advertencia formal y le formula el juramento de causa. La mujer toma la mezcla del agua con el escrito disuelto, mientras tiene en la mano una ofrenda de granos. Esta agua se denomina “Mei hamarim hameorerim” (aguas amargas).
Si la mujer es culpable, su cara se desfigura, los ojos sobresalen de sus órbitas y sus venas se hinchan. Muere inmediatamente, a menos que tenga algún mérito anterior.
Mientras que, si estas “aguas amargas” confirman la inocencia de la mujer, seguramente saldrá próximamente embarazada de su esposo, cesarán los rumores y retornará el Shalom bait al hogar.
Tanto el agua como el polvo, ingredientes incluidos en las “aguas amargas”, pueden considerarse como elementos indispensables para la vida. El caso del agua es conocido, ya que, según los exegetas del texto bíblico, el ser humano no puede sobrevivir más de tres días sin este preciado líquido.
El polvo tiene una característica especial: nunca tuvo forma específica, pero se puede introducir una semilla en este elemento para que florezca y dé fruto, y se puede confeccionar artesanalmente algún utensilio de esta materia. En cambio, la ceniza en algún momento tuvo forma y ahora se convierte en un elemento básicamente inútil.

En el Génesis, D’os promete que la simiente de Avraham será como las estrellas o como el polvo de la tierra.
Mientras que la simbología de las estrellas conduce a pensar en el ámbito celestial y espiritual, el polvo también puede ser considerado como el componente indispensable para la agricultura, fuente del sustento de las criaturas que habitan la tierra.

Shabat Shalom!