Rabino Efraim Rosenzweig
(Génesis 41:1-44:17)
En la parashat Miketz que leemos este shabat se nos relata que,
por rehusar los avances amorosos de la esposa de su amo, Iosef es recluido en la cárcel, donde demuestra su capacidad intelectual y espiritual al interpretar correctamente los sueños de dos detenidos. Esa habilidad es recordada por uno de ellos, el copero, cuando retorna a la gracia del monarca.
Cuando los astrólogos no logran explicar adecuadamente el sueño del faraón, el copero sugiere que Iosef sea traído de las profundidades de la cárcel para interpretar el sueño. La inteligencia y espiritualidad de Iosef salen a relucir por la brillantez de su interpretación y las sugerencias que ofrece para aprovechar el vaticinio contenido en el sueño.
Para valerse de los dotes excepcionales del joven, el faraón nombra a Iosef como su segundo en el mando, para dirigir el destino de los egipcios en los años venideros.
Los eventos se desenvuelven forzosamente de acuerdo al diseño divino y los hermanos se ven obligados a viajar a Egipto para comprar alimentos y enfrentar la hambruna que envuelve a la región. Las dificultades inherentes a esta misión conducen a los hermanos a recordar su delito original: la “venta” de Iosef. ¿Qué ocasionó este trágico hecho?
Existía una competencia por el liderazgo entre los hermanos. Por un lado, estaba Reuvén, el mayor de ellos, y por otro lado estaba Iehuda, el cuarto en orden de edad, pero con gran carisma y claras cualidades de líder. El relato de la “venta” empieza cuando el anciano padre Iaacov envía a Iosef a velar por el bienestar de los hermanos que se habían alejado del hogar en búsqueda de pasto para sus rebaños. Al verlo desde lejos, los hermanos deciden asesinarlo, porque piensan que su propósito es espiar su conducta para luego delatarlos ante el padre, tal como había hecho anteriormente.
Los exégetas señalan a Shimón y Leví como los probables protagonistas de este siniestro plan, ya que habían demostrado una crueldad inusual en el caso de la violación de su hermana Diná. En este momento, Reuvén asume el liderazgo natural del primogénito y sugiere que no se debe matar a Iosef para que su sangre no corra de sus propias manos. Era preferible arrojarlo a un pozo donde no podría sobrevivir.
Después de la primera compra de alimentos, Iosef –que aún no se ha dado a conocer ante sus hermanos– exige que Biniamín los acompañe en la próxima visita. El padre, enlutado por la desaparición de Iosef, se niega a permitirlo y los dos hermanos, Reuvén y Iehuda, presentarán argumentos para lograr que Biniamín reciba el consentimiento paterno para el próximo viaje a Egipto. Reuvén ofrece a sus hijos como garantes por la seguridad de Biniamín, pero el argumento no convence al padre, porque la posible pérdida del hijo menor no sería compensada con las vidas de sus nietos.
En cambio, Iehuda argumenta que en caso de cualquier accidente que ocurra con Biniamín, él –Iehuda– permanecerá en un estado de deuda moral con el padre por el resto de sus días. Pero más aún, Iaacov sabe que Iehuda había sufrido la pérdida personal de dos hijos, Er y Onán, y por ello tenía una profunda empatía personal con el dolor que produce la muerte de un hijo. Iehuda demostró la sensibilidad real y pertinente frente a la posible tragedia.
Iehuda obtuvo el liderazgo porque había asumido la responsabilidad por su conducta en el caso de su nuera Tamar.
Iehuda no evadió el deber frente a la precaria y peligrosa situación de Tamar y mostró la característica fundamental líder: asumir la responsabilidad frente a los hechos, sin tomar en cuenta la consecuencia. Una de las razones por las cuales el individuo está dispuesto a seguir el mando de otra persona es porque sabe que siempre le dirá la verdad y que no lo abandonará, no obstante, el “costo” y el peligro que ello implique para el líder.
La valentía del soldado israelí actual también está relacionada con saber, con total certeza, que sus compañeros jamás lo abandonarán y que se hará lo humanamente posible para rescatarlo en caso de que caiga en manos enemigas.
Este comportamiento es una herencia del ejemplo de Iehuda, quien obtuvo la confianza de sus hermanos para asumir el liderazgo y para convertirse luego en el antecesor de los reyes de Israel.
Shabat Shalom!