(Números 30:2-36:13)
Este Shabat finalizamos la lectura del cuarto libro de la Tora, el sefer Bamidbar, leyendo las dos últimas parshiot de dicho libro que son Matot y Masei. La parashát Masei comienza con el largo listado de los cuarenta y dos lugares donde se detuvieron en el desierto. Los cuarenta y dos viajes y campamentos de Israel a través del desierto son listados, desde el Éxodo de Egipto hasta el establecimiento en las planicies de Moab, al otro lado del río, frente a la Tierra de Canaan.
Y también a nivel espiritual nuestra vida es un viaje de una etapa a otra, y esto es ilustrado por nuestra parashá, el salir de Mitzraim fue sólo el comienzo. Salimos de las estrecheces (meitzarim) para iniciar un camino de elevación y perfeccionamiento en nuestro viaje a la Tierra Prometida, aquella en la que construiremos una morada para D’os en este mundo.
La Torá habla en detalle sobre los viajes de los Hijos de Israel a través de los años en el desierto. La Torá especifica cada uno de los cuarenta y dos viajes que hicieron.
La Torá no nos cuenta cosas sin razón. Siempre hay en ella una enseñanza que podemos tomar para nuestras vidas.
Todos nosotros hemos emprendido muchos viajes a lo largo de nuestras vidas, tanto físicos como espirituales. Hacemos muchas paradas en el camino. Estas paradas son importantes, son etapas hacia nuestro destino. Todo es muy fácil, una vez que llegamos nos olvidamos de lo que pasamos. A veces, nos olvidamos de las personas que nos ayudaron durante el recorrido.
La Torá nos recuerda que a pesar que hayamos llegado a nuestro destino, siempre debemos ser conscientes del camino que nos llevó y no dar por sentado sobre lo que nos han alentado y guiado a través de nuestros “viajes”. Esas etapas previas pueden parecer como “piedras” en el camino una vez que llegamos a la meta, pero son importantes. En su momento, representaron un paso más cerca hacia nuestro destino. Siguen siendo importantes ahora, porque sin ellos no estaríamos donde nos encontramos.
No basta con llegar a la meta, al objetivo final, sin saber cómo llegamos a él. Es importante saber todas las etapas que nos permitieron alcanzar lo que buscábamos, porque de esa manera también podremos enseñar a quien queramos el proceso que nos llevó a alcanzar la meta. Cuando sabemos de dónde venimos, podemos saber hacia dónde nos dirigimos. Esta porción de la Torá nos recuerda esto. Que todos podemos luchar y, finalmente, llegar a nuestro destino.
¡Shabat Shalom!
Rabino Efraim Rosenzweig