Rabino Efraim Rosenzweig
(Éxodo 35:1-38:20)
Paralelamente a las instrucciones relativas a la construcción del Mishkán en el desierto, edificación que servirá de modelo para el Beit HaMikdash, la Torá menciona la obligación de observar el Shabat.
Rambán señala que en muchas ocasiones la Torá advierte acerca de los peligros de la idolatría y la necesidad de cumplir con las leyes del Shabat, y de esta manera otorga una importancia especial al cumplimiento de estas dos mitzvot.
Los jajamim sostuvieron que su cumplimiento equivale al cumplimiento de todas las otras mitzvot. Dado que el Mishkán estaba dedicado al D’os único, representaba simultáneamente la negación de la idolatría y, por ello, es apropiado que la ordenanza acerca del Shabat sea recordada en el texto que especifica las leyes del Mishkán.
Otra razón para la inclusión del Shabat en los asuntos del Mishkán destaca que en el proceso de la edificación del Mishkán no se debe violar las leyes del Shabat: enseñanza que apunta al principio de que el fin no justifica los medios.
Otra explicación podría ser que la Torá desea establecer un equilibrio entre ciertos tipos de mitzvot empezando con los Diez Mandamientos, que contienen ordenanzas que deben regir la relación del hombre con D’os y aquellas que se refieren a las relaciones del hombre con su prójimo. La Torá señala que ambas relaciones son importantes y, por lo tanto, quien se esmera por observar las leyes del Shabat al pie de la letra, pero es omiso en cuanto a la honra del padre y la madre, está claramente incumpliendo una mitzvá que no puede ser compensada con un celo mayor acerca de otra mitzvá. De manera similar, se comete un error al considerar que las mitzvot que manifiestan un alto contenido ético, están moralmente por encima de aquellas en las cuales solamente se puede apreciar un valor ritual.
La Torá busca el equilibrio y la armonía entre todas las mitzvot, porque no se debe olvidar que el hombre está compuesto de materia y espíritu, fuerza y emoción.
El Pueblo hebreo se extasió de emoción con la construcción del Mishkán y estuvo dispuesto a contribuir con el oro, la plata, el cobre y todo lo necesario para la elaboración de sus diferentes elementos. Después de siglos de esclavitud en el ambiente idólatra egipcio, podían identificarse con una edificación. En este caso, estaba claramente dedicada al Dios único. El Shabat, en cambio, representa un elemento intangible, no material. Mientras que el Mishkán era la santificación del lugar, de una casa, el Shabat apuntaba a la santificación del tiempo. Mientras que el Mishkán estaba circunscrito a un lugar que posiblemente no podía albergar a todos al mismo tiempo, el Shabat no tiene un límite físico: toda persona, en cualquier lugar, puede sentir la santidad del día.
Después de la destrucción del Beit HaMikdash en el año 70, el único recuerdo de esta edificación se concentra en las oraciones que rememoran los sacrificios que allí se ofrendaban y en el estudio de los textos bíblicos y del Talmud, que versan sobre los detalles que se debían observar en la ofrenda de cada uno de los diferentes sacrificios. En cambio, el Shabat acompañó al pueblo judío al exilio. En momentos de abundancia y pobreza, en libertad, e incluso bajo un régimen tiránico, el Pueblo se esforzó por no abandonar la observancia del Shabat. De tal manera que se cumplió el edicto: más que el Pueblo observara el Shabat, el Shabat cuidó al Pueblo.
Shabat shalom!