Vaikrá

By abril 4, 2025 Parashot
4 abril 2025 / 6 Nisan  5785

Rabino Efraim Rosenzweig

(Levítico 1:1-5:26)

Este Shabat comenzamos la lectura del tercer libro de la Torá, el Sefer Vaikrá. En épocas anteriores se daba comienzo al estudio del Jumash con nuestra lectura de Vaikrá. Se iniciaba al niño de unos tres o cuatro años con un aprendizaje del orden de los sacrificios que se ofrecían en el Beit HaMikdash, que es el tema que predomina en estos capítulos. La intención probable era comunicarle al niño que en este mundo hay que ofrecer sacrificios. Toda relación significativa entre seres humanos requiere el dar de sí mismo. “No pain, no gain”, sin dolor no hay progreso, dicen los atletas americanos. Se solía esconder entre las páginas de este Jumash algunas monedas, golosinas o caramelos, con el propósito de que el niño al abrir el texto sagrado asociara al estudio con lo dulce u obtuviese el dinero para adquirirlo.

 

Este tercer libro de la Torá comienza con las palabras Vaikrá el Moshé, “Y llamó (el Eterno) a Moshé”, con la particularidad que la letra álef (la primera del alfabeto hebreo y que también es utilizada en las matemáticas modernas) que es la última de la palabra Vayikrá está escrita en un tamaño más pequeño que el de las otras letras del mismo vocablo. Los expositores del texto tienen diferentes sugerencias para esta aparente anomalía.

 

Según la exégesis de Báal Haturim, por ejemplo, Moshé escribió la Álef pequeña como una manifestación de su humildad, porque de tal manera equipara el nivel de su profecía con la de otros profetas. Al quitársele la letra Álef, esta palabra se convierte en Vayikar que denota un llamado accidental u ocasional, que es el vocablo que se utiliza en capítulos posteriores, en el caso del profeta gentil Bileam.

 

Según nuestros Jajamim ha cesado la era de la profecía. La palabra directa de D’os no se escucha en nuestros tiempos, y, por lo general, dudamos de la salud mental de las personas que alegan haber escuchado un llamado Divino. Según algunos, nuestras generaciones no son merecedoras del contacto “personal” o “íntimo” con la deidad, por nuestras numerosas fallas y errores. Según otros, el llamado continúa; el problema reside en el hecho de que no estamos sintonizados y sensibilizados al mensaje de D’os, porque estamos embriagados con el avance de nuestra tecnología y obsesionados con la constante adquisición y acumulación de bienes materiales.

 

Sugiero que tal vez D’os ha cesado de comunicarse directamente con nosotros porque El no considera necesario hacerlo. D’os nos ha manifestado en la revelación en el Monte Sinaí, con absoluta claridad, el camino que debemos seguir en la vida y que constituye el contenido esencial de las sagradas escrituras. En cierta etapa de la historia de la humanidad nos envió Sus mensajeros, los profetas, para exhortarnos a no apartarnos del sendero que Él nos había indicado. Lo que realmente hace falta es que seamos consecuentes con las enseñanzas que ya nos han sido dadas.

Una “nueva” revelación sería una admisión de que la primera de éstas fue insuficiente o equivocada. ¿Acaso podemos sostener que D’os cambia de opinión o que lo que El hace no es perfecto? Nuestra tarea actual es la de leer y estudiar estos capítulos, para obtener de ellos un rumbo, una dirección. Nuestra tarea es la de interpretar y estudiar la palabra de D’os de acuerdo con la perspectiva y el entendimiento contemporáneo, tal como generaciones anteriores lo hicieran en su época. Aunque vivimos en un mundo de cambios y de constante desarrollo, existen imperativos morales y éticos que son eternos. La Torá es la fuente auténtica de estas normas para nuestra conducta.

Shabat Shalom!