(Éxodo 6:2-9:35)
La parashá que corresponde leer este Shabat Vaerá, señala el inicio de la liberación del Pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto, en su primera etapa.
Siete plagas se mencionan en esta parashá, quedando las tres últimas plagas relatadas en la próxima parashá.
El primer intento de Moshé y Aharón fue fallido. El faraón se negó a su petición y no permitió que el Pueblo saliera al desierto, para servir al D’os de los hebreos.
Los hebreos fueron acusados de flojera y, por ello, el faraón decidió que en el futuro no se les daría la paja que necesitaran; no obstante, tendrían que seguir produciendo la misma cantidad de ladrillos que habían venido fabricando hasta entonces.
Cabe destacar que Moshé había invitado a los ancianos hebreos a que lo acompañaran, pero de acuerdo con el texto bíblico, únicamente Moshé y Aharón se presentaron ante el faraón. Según el Midrash, en el último momento, los ancianos perdieron el arrojo y no se atrevieron a enfrentar al faraón.
Está claro que, en una sociedad estratificada, con barreras firmemente demarcadas entre las clases sociales, quien se encuentra en el último eslabón no se atreve a retar a la clase dirigente. Ni los pobres ni los esclavos enarbolan la bandera de la libertad, tal como, por ejemplo, sucederá siglos después durante la Revolución Francesa, donde la clase media y burguesa se rebeló contra la monarquía. Incluso en el caso bíblico, Moshé había sido criado en la corte del faraón, conocía las intrigas de palacio y, por ello, tenía suficiente coraje para retar al faraón. Pertenecía a la misma clase social.
En el caso de los hebreos en Egipto, era necesario romper las cadenas de la esclavitud para que el Pueblo pudiera utilizar su capacidad de elegir su futuro a través del libre albedrío.
Después del fracaso inicial, D’os le encomienda nuevamente a Moshé y Aharón que se presenten ante el faraón.
Era necesario devolverle a este Pueblo el orgullo de los patriarcas. Tendrían que recibir un código de comportamiento que sirviera para unirlos y, al mismo tiempo, para acercarlos al Creador. Porque un Pueblo necesita un ideal, sus miembros han de tener metas comunes, para que se pueda definir una identidad nacional.
Estos capítulos, testimonian la promesa divina con cuatro expresiones diferentes de salvación que son la razón para las cuatro copas de vino que se beberán la noche del Séder de Pésaj. Aparentemente incapaces aún para participar en una rebelión abierta contra los egipcios, los hebreos requerían de una demostración clara de la intervención Divina. De tal manera que las plagas que D’os envió contra los egipcios tenían un propósito doble: doblegar la voluntad del faraón para que permitiera el éxodo, y convencer a los hebreos de que el D’os de los patriarcas es el D’os único de la Humanidad, y de que es Todopoderoso y cumplirá con la promesa que hizo a los patriarcas.
Las plagas finalmente les devolvieron la confianza y seguridad al Pueblo, para saber que eran capaces de salir de Egipto y enfrentar la libertad. Muchas veces necesitamos de un empujón de confianza externo, que nos dé su apoyo para enfrentar el futuro.
¡Shabat Shalom!