(Génesis 25:19-28:9)
La parashá que leemos en este Shabat se denomina Toldot y nos comienza hablando del nacimiento de los mellizos Yaacob y Esav.
Salvo Leah, todas las esposas de los patriarcas del Pueblo hebreo tienen dificultades para procrear, y sus embarazos son riesgosos. El nacimiento de un hijo sigue siendo hasta el día de hoy un verdadero milagro de la naturaleza que el Todopoderoso nos regala.
Esav es el símbolo de la fortaleza física, de la permanente disposición al desafío de las fuerzas de la naturaleza. Esav es hombre del campo y representaba para Yitzjak la realización de una ambición profunda que nunca pudo materializar por su naturaleza apacible y tranquila que lo diferenció de los otros patriarcas.
La madre Rivká es una persona realista. Reconoce la fortaleza física de Esav, pero está consciente de que únicamente Yaacov tiene la suficiente capacidad para perpetuar los principios éticos y morales que son el fundamento de las nuevas enseñanzas que debían ser transmitidas a las generaciones futuras. Y, cuando llega el momento de señalar al heredero espiritual, Rivká interviene decisivamente, a fin de que ser Yaacov el elegido.
La definición de los caracteres de los protagonistas es acentuada aún más cuando Esav, al regreso de una jornada de caza en el campo, codicia los alimentos que Yaacov había preparado.
Esav está dispuesto a cederle la primogenitura a Yaacov por un pedazo de pan y una sopa de lentejas. “Si de todas maneras voy a morir, ¿para qué necesito la primogenitura?”, exclama Esav. Yaacov le exige un juramento como testimonio del intercambio de los alimentos por el derecho a la primogenitura.
¿En qué consistía aquella primogenitura? Al parecer, en aquellos tiempos, los primogénitos eran los sacerdotes de las familias y Esav no tenía esa vocación. Esav era cazador, de naturaleza inmediatista, requería la pronta satisfacción de sus necesidades.
La demora del placer en aras de un futuro mejor no formaba parte de su personalidad. El “continuador” de la fe, la persona que debería enseñar a todo un mundo acerca del D´os único, debía tener visión de futuro.
Yaacov demora la satisfacción del hambre momentánea para asegurar el pan de mañana, con todas las implicaciones del alimento, tanto del cuerpo como el del espíritu.
Yaacov por lo tanto será el encargado de continuar con la obra espiritual iniciada por Abraham y continuada en Yitzjak.
Aquel que está dispuesto a postergar satisfacciones inmediatas en pos de un bienestar futuro es la persona destinada a guiar a su Pueblo al demostrar la madurez necesaria para tamaña empresa.
Shabat Shalom!!!
Rabino Efraim Rosenzweig