Rabino Efraim Rosenzweig
La lectura de nuestros capítulos coincide con el período anual de los Yamim Noraim, los días espiritualmente solemnes, Rosh HaShaná y Yom Kipur. Estos días deben ser dedicados a la teshuvá que es el retorno a nuestras raíces (que incluye el arrepentimiento por las fallas cometidas) y la búsqueda de la kapará que es el perdón Divino. Nuestro texto hace referencia a este tema al afirmar veshavtá ad HaShem Eloheja veshamatá bekoló, que quiere decir y retornarás (hasta) a Él y escucharás (acatarás) Su voz.
Harav Soloveitchik diferencia entre los dos vocablos kapará que quiere decir expiación o absolución y tahará que significa purificación. Así reza el texto en el Séfer Vayikrá, ki vayom hazé yejaper alejem letaher etjem, mikol jatotejem, lifnei HaShem titeharu, que quiere decir por cuanto ese día (el kohén gadol) hará expiación por vosotros, para purificaros de todos vuestros pecados ante el Eterno. Citando nuestra tradición, Soloveitchik señala que el propio día de Yom Kipur nos otorga kapará, que es la absolución. Pero, tahará que es una especie de purificación (de limpieza espiritual) tiene que ser lograda por cada uno de nosotros.
El judaísmo considera que toda falta o pecado produce un castigo como consecuencia de este. En otras palabras, pecado y castigo constituyen un par, un binomio. El pecado nos conduce, invariablemente, a ciertos resultados nefastos. Según una Mishná, sejar averá, averá, significa que el castigo por los pecados es el tener que vivir con la culpa emocional de haber cometido el error. En otra Mishná, en cambio, leemos sejar mitsvá behai alma leka, que quiere decir que en este mundo no se recibe la recompensa (y el castigo) por las acciones. Pero, en algún momento y en algún lugar las consecuencias de nuestras acciones se manifiestan.
El día de Yom Kipur es el momento de la absolución Divina por los errores cometidos. Nuestros jajamim, con el probable propósito de evitar que se abuse de la generosidad Divina, nos advierten que uno no debe llevar una vida alegre y despreocupada, sin controles, pensando que el día de Yom Kipur nos absuelve totalmente. Podemos considerar que Yom Kipur nos otorga una nueva oportunidad en la vida. Conceptualmente afirmamos, hagamos borrón y cuenta nueva. Una vez cumplido el castigo (y en Yom Kipur perdonado por Dios) el pecado queda borrado y anulado.
Cabe entonces preguntarnos, ¿volverá acaso esta persona a pecar de nuevo? Una vez obtenido el perdón Divino, ¿qué impide que la persona vuelva a reincidir en los mismos errores, que cometa nueva faltas? Es aquí donde introducimos el concepto de tahará, que como dijimos quiere decir purificación. Con kapará se obtiene el perdón, pero la noción de tahará sugiere un cambio radical en la personalidad del ser humano, para que no reincida en los errores del pasado. La absolución puede venir desde afuera, pero la transformación de la personalidad tiene que venir desde adentro, de nuestro más profundo fuero.
Teshuvá es el retorno hacia el prototipo ideal del judío. Este retorno requiere remontarse al pasado y reescribir los sucesos, como si fuera posible revivir lo ocurrido. No es suficiente el arrepentimiento por lo sucedido. Es necesario trasladarse en un eje temporal hacia el pasado, enfrentar la misma situación que condujo al error, y actuar, esta vez, (desde el punto de vista de la metafísica) decisiva firmemente, moral y responsablemente.
Para dar comienzo a un sincero proceso de teshuvá se requiere llegar a la conclusión, en las palabras del profeta Hoshea, ki jashaltá baavoneja, “porque tropezaste en tu iniquidad.” Cuando sentimos el vacío de nuestras vidas, la falta de dirección y de sentido en nuestra existencia, estamos afirmando ki jashalta baavoneja y permitimos el inicio del proceso de teshuvá. Teshuvá carece de final. Teshuvá es un proceso de acercamiento hacia las raíces, que nunca termina, porque nunca llega. Así dice el citado Hoshea, shuva Israel ad HaShem Eloheja, que quiere decir retorna Israel, ad, “hasta” (acercándonos cada vez más, pero obviamente sin poder llegar a la divinidad propia) el Señor, tu Dios. El versículo de nuestro texto semanal que citamos inicialmente también menciona el retorno ad, el acercarse, porque es imposible llegar al Ser que es infinito, con pisadas humanas las que por definición son finitas.
Teshuvá requiere que se descarten las conductas que condujeron al error, y se asuman nuevas estructuras de comportamiento. Desde cierto punto de vista, de lo que se trata es de canalizar en una nueva dirección los impulsos, que en el pasado nos llevaron al pecado. Así dicen nuestros jajamim, si no fuera por el yétser hará, que es la inclinación hacia el mal, el hombre no se casaría, ni construiría un hogar. El yétser hará, es tan sólo una predisposición que puede ser modificada a fin de derivarla hacia una dirección distinta a la anterior. Teshuvá es imponer una orientación diferente y positiva tanto a nuestra vida como a nuestro modo de ser.
Shabat Shalom!