(Génesis 12:1-17:27)
El padre del pueblo hebreo Abraham escucha el llamado divino y emprende la marcha hacia la tierra de Cnaan, escucha el mandato “Lej Leja” “Vete para tú bien” que le da el nombre a esta parasha.
Es un idealista dispuesto a romper enteramente con su pasado, a escuchar el mandato Divino para emprender una gran aventura. Porque no se trata solamente de Lej Lejá, el abandono físico del hogar paterno, también se le exige que rompa con el pensamiento de la época para que pueda embarcarse en una travesía intelectual desconocida y temeraria.
El primer patriarca es un individuo fuera de serie, que cambiará radicalmente la percepción acerca de un Ser Supremo único y el significado de esta fe para el comportamiento humano. Sin embargo, Abraham no debe ser confundido con Dios, es un ser humano excepcional pero con las limitaciones que la naturaleza le impone al hombre.
Como el gran iconoclasta, romperá con la idolatría del pasado y predicará la novedosa noción de la existencia de un Dios que no es visible para los ojos, pero que puede ser interiorizado por el sentimiento, el pensamiento y la fe.
Abraham responde a la precaria situación alimenticia de la Tierra Prometida huyendo a Egipto, momento en el cual considera que, para salvar su integridad física, debe pedirle a su bella esposa que se haga pasar por su hermana. Era de esperarse que el fundador del monoteísmo tuviera suficiente fe en Dios para que lo salvara de cualquier intento inmoral por parte de los egipcios –al menos así piensa el exégeta judeo-español Ramban– y no le exigiera a su esposa que mintiese por temor a la muerte.
Incluso está presente el argumento que Sarai, su esposa, era una familiar cercana, tal como si fuera una hermana. Sin embargo, se puede comprender el terror que debe haberse apoderado del patriarca en una época en la que el despotismo era absoluto y la vida humana carecía de gran valor a los ojos de los monarcas. Avraham estaba poseído por una fe incondicional, pero simultáneamente manifestaba las debilidades de cualquier ser humano.
Incluso la belleza de Sarai, que sale a relucir en el viaje a Egipto, tiene un doble sentido. Por un lado está “yofyá”, su rostro deslumbrante, pero al mismo tiempo está su “jen”, la gracia y el encanto que son reflejo de su espíritu y delicadeza sensual. Al principio, Abraham había sido atraído por la belleza interior de Sarai, por su finura y primor interno.
Ahora, frente a los deseos carnales de los egipcios, Abraham se da cuenta que la belleza exterior que surge de su esposa puede convertirse en el motivo de su perdición.
Tal vez, el mensaje fundamental de la Biblia será dar testimonio de que solamente Dios es perfecto, mientras que el ser humano será siempre un aprendiz de la perfección, porque incluso los patriarcas, los mensajeros fundamentales de la fe, eran imperfectos. Pero, a diferencia de otros, los patriarcas enseñarán la posibilidad de la enmienda, el retorno hacia la verdad proveniente del Creador. Los primeros dos patriarcas solamente tuvieron éxito con algunos de sus hijos, mientras que los otros se extraviaron por senderos equívocos y confusos.
Shabat Shalom!!!
Rabino Efraim Rosenzweig