Haazinu

By octubre 16, 2019 Parashot

Este Shabat que es intermedio entre Yom Kipur y Sucot leemos la parasha Haazinu. Esta parasha es en su gran parte una poesía, una canción. De acuerdo a una interpretación este canto tenía que ser leído cada siete años durante la festividad de Sucot en una asamblea de todo el pueblo, reunión masiva denominada Hakhel, palabra relacionada con el vocablo kahal. De esa raíz proviene también la palabra Kehila, congregación. Reunidos hombres, mujeres, niños y los extranjeros que residían con el pueblo de Israel, la lectura pública tenía el propósito de que  pudieran escuchar, y lograran aprender y obtuvieran un mérito adicional por traer a las criaturas.

La presencia de todo el pueblo servía para revivir la experiencia en el Monte Sinaí y se convertía en una especie de renovación del pacto, el Brit, entre Dios y pueblo: el pueblo servirá al Dios único y Dios protegerá a su pueblo. Esta revelación Divina también es designada como Yom HaKahal,el día de la asamblea y de allí también la designación de Hakhel.

En el Talmud hay una mención de tal celebración durante el período del Primer Beit HaMikdash durante el reino de Rejovoham, y otra celebración en la época del Segundo Beit HaMikdash dirigida por el rey Agripas. Después de la destrucción del Beit HaMikdash esta celebración quedó en desuso y por alguna razón, los jajamim no ordenaron que se celebrara como un recordatorio de la práctica anterior. Es posible que después del establecimiento de la lectura semanal de la Torá, esta convocación cada siete años careciera de la urgencia inicial.

Los versos de Haazinu empiezan invocando al cielo y a la tierra como testigos eternos de la relación del hombre y Dios, elementos que recuerdan los primeros versículos de Bereshit que describen la creación del cielo y la tierra.

Manifiestan la cercanía de Moshé a ambos elementos que a su vez sintetiza una enseñanza básica del judaísmo que se refleja en el famoso sueño de Yaacov de la escalera que une a la tierra con el cielo. El judaísmo es una enseñanza de carácter espiritual que no niega el valor de lo que es terrenal, a su vez simbolizado por el ingrediente carnal y espiritual del ser humano.

Los jajamim encuentran el origen de bendecir a Dios, agradecerle por las numerosas bondades que brinda, en uno de los versículos, mientras que un segundo destaca que Dios siempre actúa con el patrón de justicia. El texto hace una relación entre las diferentes generaciones y subraya el rol de maestro del padre y del anciano. Pero sobre todo está la protección

Divina, tal como un águila que cuida a su nido y carga a sus polluelos sobre sus alas.

La abundancia, apunta el texto, conlleva a la rebelión y conduce a la adoración de dioses extraños que, cada generación probablemente sustituye por las tentaciones de la época.

El resultado es el ocultamiento de Dios, quien desaparece del escenario de la historia y permite que surja la perversidad y el mal.

A fin de cuentas, continúa el texto, Aní amit vajayé, majatsti vaaní erpá, “Soy (yo) Dios quien envía a la muerte y quien otorga la vida, quien hiere y quien cura”, afirmación que está envuelta en el misterio de la justicia Divina, muchas veces incomprensible para el individuo.

La ceremonia de Hakhel servía para renovar la experiencia en el Monte Sinaí y al mismo tiempo hacer recordar las bases sobre las cuales descansa la fe y la manera de vivir que el judaísmo predica.

A días de comenzar de Sucot podamos comprometernos a estudiar la Torá todos juntos, miembros de todas las edades del Pueblo de Israel como lo hicieron nuestros antepasados.

Shabat Shalom!!!

Rabino Efraim Rosenzweig