Rabino Efraim Rosenzweig
(Levítico 16:1-20:27)
La primera parashá que leemos este Shabat nos habla del ritual que se hacía en el Santuario el día de Iom Kipur.
Una de las funciones principales de Iom Kipur es servir como un medio para la obtención de Tahará, la pureza espiritual.
El perdón de los pecados que produce Iom Kipur permite que la persona adquiera pureza, desde el prisma religioso.
Hacia el final de estos capítulos, la Torá exhorta Kemaasé Érets Mitzraim asher yeshavtem ba, lo taasú, “no repitan las acciones que son propias de Egipto”, con lo cual advierte que los hebreos no deben portarse de acuerdo con la conducta egipcia, especialmente en lo que respecta a las relaciones sexuales. El texto continúa con una serie de prohibiciones sobre el incesto, que se define como las relaciones sexuales consanguíneas entre un hombre y su madre, hermana, nieta o tía. También se incluye como incestuosa la relación entre el hombre y la esposa de su padre, esposa de su hijo, cuñada. Adicionalmente están prohibidas las relaciones sexuales con una mujer y su hija, una mujer y su nieta, una mujer y su hermana. Todas estas relaciones se denominan Guilui arayot, “mostrar o destapar la desnudez”.
Aparentemente, estas prácticas eran comunes en Egipto y más aún en Canaán, mientras que una idea central en la Torá es la negación de la validez moral de los hábitos de estos pueblos. Esta conducta tiene antecedentes desde la época de Nóaj, cuando su hijo Jam observa la desnudez del padre y, según algunos exégetas, tiene relaciones homosexuales con el padre cuando éste estaba ebrio. De acuerdo con el texto bíblico, tanto en Egipto como Canaán eran descendientes de Jam. Siglos después, la Torá testimonia cómo Sarai, esposa de Avraham es secuestrada en la corte del faraón. Sobresale el episodio de la seducción de Yosef por la esposa de Potifar, relatos que subrayan la prominencia de los actos sexuales en la vida de los monarcas y potentados de estas civilizaciones. Conducta similar se observa en las ciudades de Sedom y Amorá, lugar donde Lot se había residenciado.
En los primeros días del éxodo de Egipto, los hebreos giran hacia al lugar denominado Báal Pe’or por la deidad de esa ciudad y cuyo culto giraba alrededor de los actos sexuales y las prostitutas “sagradas”. De acuerdo con algunos intérpretes del texto bíblico, cuando los hebreos “recuerdan” el pescado que comieron en Egipto, la referencia en realidad tiene que ver con la prolífica procreación de los peces y con el libertinaje sexual existente en Egipto, a diferencia de los Diez Mandamientos, que ponen límites al apetito sexual.
Por lo antedicho, los patriarcas insistieron en que sus hijos buscaran esposas en el seno de sus familiares, quienes, aunque no eran monoteístas, tampoco estaban inmersos en el aspecto sexual de la idolatría.
Está claro que la instrucción acerca de la práctica del Brit Milá está íntimamente ligada con un mensaje acerca de la actividad sexual. Incluso el Korbán Pésaj está relacionado con esta Mitzvá, porque el incircunciso no podía participar en la ofrenda y en la celebración del Séder de Pésaj. La libertad obtenida a través del éxodo estaba condicionada, o más bien tenía el propósito de posibilitar un comportamiento regido por la Torá, a diferencia de los hábitos sexuales relacionados con la idolatría. Por ello, en la tarde del día más sagrado del calendario hebreo, la tarde de Yom Kipur, la lectura de la Torá versa sobre las relaciones incestuosas prohibidas.
Mientras que la idolatría hacía una ecuación entre el acto sexual y la fertilidad de la tierra (al menos esa era la práctica del culto a Báal Pe’or), el judaísmo propone que la abundancia de las lluvias y la producción agrícola son una consecuencia del comportamiento moral del individuo. En efecto, ese es el mensaje que leemos en el Shemá cuando Dios advierte Vehayá im tishmeú el Mitzvotai, “y será, si ustedes observan mis instructivos”, entonces las lluvias caerán en su debido tiempo y tendrán una abundante cosecha.
¡Shabat Shalom!