(Levítico 1:1-5:26)
Comenzamos Shabat con la lectura del tercer libro del Pentateuco, el libro de Vaikra, conocido en español como Levítico. El tema principal del 3er libro del Pentateuco, en su inicio son los korbanot, los sacrificios que los Cohanim ofrendarán en el Beit HaMikdash. Cada festividad, por ejemplo, se caracterizaba también por los sacrificios que se ofrecían: incluso había sacrificios diarios y, de acuerdo con el horario de estas ofrendas, se fijaron los rezos diarios: Shajarit, Minjá y Arvit.
También había sacrificios por el incumplimiento de las mitzvot, por haber violado alguna ley referente al Shabat, por ejemplo. Los rabinos exigieron que la ofrenda estuviera acompañada de la Teshuvá, el arrepentimiento. Es insuficiente ofrendar a D’os y pensar que con ese acto la falta ha sido compensada: tiene que existir la introspección y el arrepentimiento, por el error cometido.
Cabe cuestionar: si el error fue cometido sin intención alguna, ¿por qué es necesario traer una ofrenda? ¿Dónde está la culpabilidad de la persona? Según Rambán, cada pecado´ produce una merma, una mancha sobre el alma de la persona.
De tal manera que el Korbán, la ofrenda, es un acto que sirve para borrar la mancha que ha sufrido el alma.
Otros expositores señalan que, una acción incorrecta no premeditada también refleja un estado de ánimo de despreocupación: una falta de atención y responsabilidad por los hechos. El alegato “me fallaron los frenos”, por ejemplo, también expone la irresponsabilidad de la persona que no prueba sus frenos antes de dirigir un automóvil, que puede convertirse en un instrumento letal al atropellar a otro individuo.
Nuestros capítulos también consideran la posibilidad del Cohén o del Cohén Gadol que peca. La Torá insiste en que nadie puede permanecer fuera de la ley; incluso el gran líder religioso o el monarca, ambos deben reconocer sus errores.
Más aún, la responsabilidad del líder es directamente proporcional a los privilegios y derechos de su cargo, porque debe servir como un ejemplo de conducta para la comunidad.
En muchas sociedades, en cambio, se castiga cuando el mendigo roba un pan, pero los crímenes comerciales o gerenciales que involucran grandes sumas de dinero quedan impunes. Especialmente, los profetas de Israel se rebelaron por las injusticias y las dobles reglas de juego.
Los profetas estuvieron inspirados en la Torá y aplicaron sus principios a la contemporaneidad de su época. Las preocupaciones de los profetas continúan vigentes en nuestros días.
¡Shabat Shalom!