Vaiakel – Pekudei

By marzo 12, 2021 Parashot
12 marzo del 2021 / 29  Adar 5781  

(Éxodo 35:1-40:38)

La Torá nos habla en la primera parasha de este shabat Vaiakel, nuevamente sobre la naturaleza especial del Shabat y en especial acerca de la necesidad de abstenerse de melajá, que es el trabajo prohibido en ese día sagrado. El texto hace mención específica de no encender fuego en Shabat. Según nuestros jajamim hay treinta y nueve categorías de actividades manuales que están prohibidas en Shabat, incluye la de no encender fuego alguno, señalada en nuestro texto.

 

Las treinta y nueve categorías de “trabajos prohibidos” en Shabat pueden agruparse bajo tres renglones generales. Estos son los “trabajos” relacionados con la agricultura, los que están presentes generalmente en la preparación de los alimentos y los que se utilizan en la artesanía. Bajo el rubro de la agricultura nos encontramos con la prohibición de sembrar, arar, segar, cosechar, trillar, aventar y separar. Con referencia a la preparación de los alimentos no se debe moler, amasar y hornear.

Dado que la instrucción de “no trabajar en Shabat” se repite junto con las instrucciones acerca de la construcción del Mishkán, deducimos que efectivamente están prohibidos en Shabat todos los trabajos que fueron necesarios para la construcción de este tabernáculo.

 

Numerosas actividades del Mishkán eran operaciones textiles tales como esquilar, blanquear, desplumar y teñir la lana. Además, se realizaban operaciones tales como hilar, tejer, empalmar, desatar, coser, rasgar. Igualmente, los trabajos involucrados en la elaboración del cuero tales como cazar, sacrificar, despellejar, curtir, raspar, cortar, escribir, borrar. Incluidos, desde luego, en la erección de este Mishkán están el construir y el destruir. Bajo el rubro de los trabajos de orfebrería se incluye encender, apagar y terminar. Por último, está la prohibición de no transferir un objeto de un dominio privado a un dominio público y viceversa; y el transporte de un objeto en el mismo dominio público.

 

Nuestra conclusión inicial podría ser, por lo tanto, que en el día de Shabat la obsesión constante es con todo lo que “no” debemos hacer. “No hagas” parece ser la esencia del día sagrado. Para algunos, pueda ser que sea así. La tradición, en cambio, enseña algo muy diferente. El espíritu y la intención de la multiplicidad de estas prohibiciones propicia el que podamos, alejarnos airosamente de nuestros quehaceres mundanos, para que tengamos la oportunidad de concentrarnos en otras actividades, tales como el estudio y la reflexión, la conversación y la compenetración con los diversos miembros de nuestras familias, que son, después del todo, las cosas, los seres y las relaciones que tienen trascendencia y propósito en nuestras vidas mortales.

 

¿Es acaso la concepción halájica del Shabat compatible con la vida moderna? En una sociedad donde los medios de comunicación lo son todo, ¿es posible aislarse, por un período de veinticuatro horas semanales, del obligado uso del teléfono, de la televisión y del automóvil? La respuesta ni es obvia ni fácil. Requiere una dosis especial de disciplina encerrarse en una “fortaleza judaica auténtica” en Shabat, después de haber compartido durante seis días de cada semana, el ritmo de vida y los avanzados tecnológicos de nuestros tiempos.

 

A fin de cuentas, la observancia de las leyes de Shabat, tiene que ser el resultado de una firme decisión muy personal, lo que, desde luego, tiene invariablemente, grandes consecuencias.

 

Y en nuestros tiempos también, toda familia que observa el Shabat puede dar testimonio que existe una paz y un manto de santidad que envuelve todos los rincones de ese hogar, donde las leyes de este día son consagradas.

 

¡Shabat shalom!