(Deuteronomio 3:23-7:11)
La parashá que leemos este Shabat es parashát Vaetjanan, que contiene dos de los textos más importantes de la Torá que son los aseret hadibrot, los diez mandamientos, y también el Shema Israel que es la base de la fe de nuestro Pueblo. Sin embargo, me gustaría mencionar un versículo muy importante: “Veasita hayashar vehatov beeinei Ad-nai Eloheja”, “y harás lo que es recto y bueno en los ojos de Ad-nai, tu D’os” (Deuteronomio 6:18).
Podríamos decir que, el cumplimiento de las 613 mitzvot implica o es sinónimo de “hacer lo que es recto y bueno a los ojos de D’os”, y en ese caso esta mención estaría de más, el judaísmo postula que no hay una sola palabra innecesaria en el texto de la Torá.
Según la interpretación de Rashí, este versículo enseña que hay que ir más allá de lo que la Torá exige. Rabí Moshé ben Najman amplía el comentario de Rashí, al señalar que, aun en aquellos casos en que la Torá no ha señalado el camino a seguir, el judaísmo exige que la persona se comporte de acuerdo con el “espíritu” del judaísmo, que resulta de una vida regida por el concepto de la mitzvá.
Dado que es imposible que un código incluya todas las eventualidades para cualquier época, “Veasita hayashar vehatov” implica que, incluso en los casos que no están previstos en la Torá, el individuo debe plantear cuál es el comportamiento que la Torá recomendaría en esta situación.
Rambán, el gran Najmanides explica que el individuo logra la santidad cuando se aleja de la inmoralidad que se manifiesta a través del exceso, incluso de las cosas que están permitidas de acuerdo con la Torá.
Aunque la Torá permite la complacencia de los deseos –tanto en cuanto a los apetitos carnales como en cuanto a las necesidades emocionales–, rechaza los excesos, especialmente, cuando la satisfacción de los deseos se convierte en el norte de las actividades de la persona.
Acabamos de conmemorar este Jueves pasado la destrucción de los Templos, con el ayuno de Tishá b’Av. Podríamos suponer que la destrucción se debió a factores externos que querían destruir al Pueblo judío. Sin embargo, el Talmud nos sorprende citando a Rabí Yojanán: “Yerushalayim fue destruida porque (la gente) actuó de acuerdo con la letra de la Torá y no fueron más allá”.
Debemos ir más allá del mero texto bíblico y buscar siempre hacer lo recto y lo bueno y eso se alcanza estudiando y ahondando en nuestra sagrada Torá.
¡Shabat Shalom!
Rabino Efraim Rosenzweig