Vaerá

By enero 23, 2020 febrero 13th, 2020 Parashot
24 enero del 2020 / 27 Tevet 5780  

(Éxodo 6:2-9:35))

La parashá Vaerá que leemos en este Shabat nos comienza a señalar el inicio de la salvación del pueblo hebreo de la esclavitud de Egipto.
Esto se da a partir de las plagas que castigaron a los egipcios. Las tres primeras plagas, sangre, ranas, piojos no fueron lanzadas por Moshe mismo.
Hakarat HaTov, reconocer la bondad del prójimo es un imperativo moral en el judaísmo. Dios le dijo a Moshé que le dijera a su hermano Aharón que tomara su bastón y golpeara el río Nilo.
¿Por qué no recibió Moshé esta encomienda? De acuerdo con Rashí, ese río había protegido al bebé Moshé cuando fue colocado en una cesta; por lo tanto, no era correcto que utilizara un bastón para asestar golpes contra el mismo elemento que lo había amparado en el pasado.
Al mismo tiempo se debe recordar que, además de servir como enseñanza para los egipcios y todos los pueblos con respecto a que no se debe esclavizar a ningún ser humano, las plagas eran una demostración del poderío de Dios. Tampoco golpeó la tierra para la plaga de los piojos. Moshe no golpeó la tierra para que surgieran insectos que invaden y devoran la piel, porque la tierra le había servido para ocultar al capataz egipcio que había eliminado cuando éste maltrataba a uno de los esclavos hebreos. No podía golpear la tierra que le permitió esconder el cuerpo del egipcio que castigaba brutalmente a un esclavo hebreo.
Moshé era multifacético y sobresalió en diferentes campos. Ante todo fue el legislador y maestro por excelencia. Moshé Rabenu es el término que usualmente utilizamos, y que destaca que el estudio y la enseñanza son las herramientas espirituales básicas del judaísmo. Pero al mismo tiempo era un guerrero, un estratega que supo conducir al pueblo por las arenas del desierto y enfrentar cuantos reyes y reinos se opusieron a que se dirigieran a su destino histórico: la conquista de la Tierra Prometida.
En el caso del enfrentamiento con Midyán, Moshé no dudó en ordenar la batalla contra ese pueblo, pero esta vez se abstuvo de dirigir la tropa porque se había vivido allí durante muchos años, después de haber tenido que huir de la ira del Faraón por el episodio del capataz egipcio.
Las leyes de Maaser y Bikurim, el diezmo y los primeros frutos, sirven para demostrar la gratitud por la generosidad de la tierra que responde al trabajo del hombre. La cosecha no es una necesaria consecuencia de la siembra. La cosecha se produce gracias al diseño del Todopoderoso, quien renueva día a día su creación.
No se puede permanecer indiferente ante la bondad y la generosidad. Incluso en el momento de la pérdida de un ser querido, la brajá Dayán HaEmet, el reconocimiento de la Justicia Divina –que seguramente toma en cuenta elementos que nos son desconocidos–, al mismo tiempo invita a reflexionar sobre la vida, los años que el deudo acompañó a su familia y contribuyó al bienestar de la sociedad, que son motivo de gratitud al Creador.
Aunque el judaísmo está basado en el Din, el estricto cumplimiento de la Ley, no hay duda de que una característica como Hakarat HaTov, reconocer la bondad recibida añade una dimensión espiritual más profunda a la persona que la practica.

Shabat Shalom!!!
Rabino Efraim Rosenzweig