Toldot

By noviembre 20, 2020 Parashot
20 de noviembre del 2020 / 4 Kislev 5781  

(Génesis 25:19-28)

La parashá que leemos en este Shabat que es Toldot nos presenta el nacimiento de Iaacov y Esav, la famosa venta de la primogenitura y la bendición que siendo engañado entrega Itzjak a Iaacov.

Según el relato superficial de la Biblia, Itzjak aparenta adolecer de iniciativa propia. Nunca se aventura fuera de Israel, hecho que desde otra perspectiva es considerado también muy meritorio. Hasta los pozos de agua, que descubre para satisfacer la sed de sus rebaños son los mismos ya conocidos.  Tal vez allí se encuentra la raíz de la preferencia de Itzjak por Esav, paradigma de las cualidades de las que él carecía. Esav es el símbolo de la fortaleza física, de la permanente disposición al desafío de las fuerzas de la naturaleza. Esav es hombre del campo, y representaba para Itzjak la realización de una ambición profunda que él no poseía.

 

La madre Rivká es una persona realista. Reconoce la fortaleza física de Esav, pero está consciente que únicamente Iaacov tiene la suficiente capacidad para perpetuar los principios éticos y morales, que son el fundamento de las nuevas enseñanzas que debían ser transmitidas a las generaciones futuras. Y, cuando llega el momento de señalar al heredero espiritual, Rivká interviene decisivamente, a fin de que ser Itzjak el elegido.

 

Iaacov preparado y aleccionado por Rivka, se presenta ante su padre disfrazado de Esav. Al escuchar su voz y palparlo el padre: dice Hakol, kol Iaacov, vehayadáyim yedei Esav, que quiere decir: la voz es la voz de Iaacov, pero las manos son las manos de Esav. El drama está por desarrollarse. La comida ha sido preparada con demasiada rapidez. El aroma de la ropa es el del campo y las velludas pieles dan la sensación de los robustos brazos de Esav. Pero la voz, que después de todo es una manifestación mucho más íntima y auténtica de la persona, la voz es la voz de Iaacov. ¿Qué hacer?

 

Tal vez Itzjak, frente a la duda, debió haber solicitado la ayuda de Rivká, para cerciorarse de la identidad de quien iba a ser el recipiente de su última bendición. Itzjak era ciego y anciano. Es posible que esta simbiosis entre la fortaleza de Esav y la comprensión y  ternura simbolizadas por la voz de Iaacov, fueran la combinación ideal, para llevar el mensaje a las futuras generaciones. El anciano padre se arriesga y le ofrece la ansiada bendición a quien tiene delante de él, a Iaacov.

 

El Pueblo hebreo ha sido a lo largo de las generaciones básicamente voz, mensaje, palabra, a través de sus escritos y enseñanzas. Recién en nuestra época paso a ser manos una vez que fue creado el Estado de Israel. Sin embargo, seguimos siendo voz en la medida que nuestro mensaje ético y espiritual se presenta en la sociedad como un a luz para las naciones.

Nuestro deseo es que esa voz siga transmitiéndose en el mundo. Sigamos trabajando para ello.

¡Shabat Shalom!