(Deuteronomio 29:9-31:30)
Este Shabat es el último Shabat del año 5780. El Próximo sábado estaremos celebrando el primer día de Rosh Hashaná. Leemos en este Shabat las parshiot Nitzavim-Vaielej, acercándonos así al final de un nuevo ciclo de lectura de la Torá.
Moshé escribe el texto de la Torá y hace entrega de este a los sacerdotes y a los ancianos, que constituyen la dirigencia espiritual del Pueblo. Moshé ordena que esta Torá sea leída cada siete años en la festividad de Sucot, en una convocatoria especial denominada Hakhel. Durante esa convocatoria el Rey de Israel leía la Torá en voz alta. El objetivo era marcar la supremacía de la Torá por sobre cualquier poder terrenal. Por otro lado, la escritura de la Torá es la última mitzvá que recae sobre cada judío, y es la número seiscientos trece que aparece en la parashát Vaielej.
Se puede cumplir con esta mitzvá contribuyendo a un sofer(escriba) para que algunas letras o palabras de una Torá que escribe sean a nuestro nombre o comprando libros de Torá y judaísmo, ya sea para nuestro hogar o para una biblioteca de una institución comunitaria o de estudios judaicos.
El rey de Israel tenía que escribir un ejemplar adicional de la Torá. El primero de estos ejemplares, en cumplimiento de su obligación como la de todo judío, se guardaba en el lugar donde estaba el tesoro del reino. El segundo ejemplar tenía que estar con él en todo momento. Cuando iba a la guerra, durante un juicio, o en caso de algún litigio.
La ley, es decir la Torá, estaba por encima del mismo rey y él debía tenerla presente en todo momento.
La Mishná nos dice en un texto que incluso rezamos muy temprano en la mañana que Talmud Torá kenegued kulam la Torá es primordial y que tiene prioridad sobre otras actividades. Dedicarse al estudio de la Torá equivale al cumplimiento de las demás mitzvot. Esto se entiende por cuanto para cumplir y entender como practicar correctamente las mitzvot debo necesariamente estudiar la Torá.
Por lo tanto, el estudioso y conocedor de estos textos sagrados, ocupa un lugar de privilegio en la sociedad judía.
El estudioso es de alguna manera una Torá viviente. Nuestra tradición le otorga personalidad propia al rollo de la Torá. Por ejemplo, cuando un ejemplar de la Torá se inutiliza porque los pergaminos han sufrido un deterioro tal que su reparación ya no es posible, esa Torá debe enterrarse como en el caso de un ser humano. La relación que se establece entre el estudioso y el texto sagrado se asemeja a la de dos interlocutores que tienen vida y personalidad individuales.
Al comenzar en pocos días el año 5781 de nuestro calendario, asumamos el compromiso de estudiar la Torá y dejar un tiempo fijo para ello en nuestras vidas.
¡Shabat Shalom!
Rabino Efraim Rosenzweig