Miketz

By diciembre 18, 2020 Parashot
18 diciembre del 2020 / 3 Tevet 5781  

(Génesis 41:1-44:17)

La parashá que leemos este Shabat Miketz, nos hace entrar de lleno en la historia del reencuentro final de Iosef y sus hermanos.

Existía una competencia por el liderazgo entre los hermanos. Por un lado, estaba Reuvén, el mayor de ellos, y por otro estaba Iehudá, el cuarto en orden de edad, pero con gran carisma y claras cualidades de líder.

En este momento, Reuvén asume el liderazgo natural del primogénito y sugiere que no se debe matar a Iosef, para que su sangre no corra de sus propias manos. Era preferible arrojarlo a un pozo donde no podría sobrevivir. En realidad, trataba de ganar tiempo para salvarlo del resto de los hermanos que pretendían matarlo.

Después de la primera compra de alimentos, Iosef –que aún no se ha dado a conocer ante sus hermanos– exige que Biniamín los acompañe en la próxima visita, hecho que sustentará la veracidad de todos sus alegatos. El padre, enlutado por la desaparición de Yosef, se niega a permitirlo y los dos hermanos, Reuvén y Iehudá, presentarán argumentos para lograr que Biniamín reciba el consentimiento paterno, para el próximo viaje a Egipto. Reuvén ofrece a sus hijos como garantes por la seguridad de Biniamín, pero el argumento no convence al padre, porque la posible pérdida del hijo menor no sería compensada con las vidas de sus nietos.

 

En cambio, Iehudá argumenta que en caso de cualquier accidente que ocurra con Biniamín, él –Iehudá– permanecerá en un estado de deuda moral con el padre por el resto de sus días. Pero más aún, Iaacov sabe que Iehudá había sufrido la pérdida personal de dos hijos, Er y Onán, y por ello tenía una profunda empatía personal con el dolor que produce la muerte de un hijo. Iehudá demostró la sensibilidad real y pertinente frente a la posible tragedia.

Iehudá obtuvo el liderazgo porque había asumido la responsabilidad por su conducta en el caso de su nuera Tamar.

Cuando en el momento crucial del juicio por adulterio, Tamar mostró las prendas pertenecientes al hombre responsable por su embarazo, Iehudá confesó que esas prendas le pertenecían. Podía haber hecho caso omiso a las pruebas durante el juicio y, de tal manera, permitir que se cumpliera el castigo de muerte del caso, borrando un hecho oscuro de su pasado reciente.

 

Iehudá no evadió el deber frente a la precaria y peligrosa situación de Tamar y mostró la característica fundamental líder: asumir la responsabilidad frente a los hechos, sin tomar en cuenta la consecuencia. Una de las razones por las cuales el individuo está dispuesto a seguir el mando de otra persona es porque sabe que siempre le dirá la verdad y que no lo abandonará, no obstante, el “costo” y el peligro que ello implique para el líder.

Este comportamiento es una herencia del ejemplo de Iehudá, quien obtuvo la confianza de sus hermanos para asumir el liderazgo y para convertirse luego en el antecesor de los reyes de Israel.

 

La Tribu que finalmente prevaleció y del que recibimos nuestro nombre como Pueblo es justamente la de Iehuda, por lo que somos iehudim.

 

¡Shabat Shalom!