Rabino Efraim Rosenzweig
(Levítico 14:1-15:33)
El bienestar total de la persona es una preocupación fundamental para la Torá, desde el punto de vista físico, emocional y espiritual. Vejai bahem, el propósito de la Mitzvá es la vida, la plenitud de la misma.
Por ello, en caso de enfermedad, la persona tiene que dirigirse a un médico para que cure su malestar. No se trata de una opción sino de una obligación. Por ejemplo, una persona no puede colocar su vida en peligro si el ayuno puede provocar una crisis peligrosa para su salud. Incluso se violan las reglas de Yom Kipur en ese caso. Venishmartem meod lenafshotejem, “Y cuidaran muy bien sus vidas”, ordena la Torá.
No es de extrañar que el tema del Metsorá, el leproso, nombre que recibe esta parasha. preocupe al texto sagrado. La Torá ordena que cuando la persona observe lesiones sobre su cuerpo, el crecimiento indebido de vellos, el cambio de color de la piel, se dirija inmediatamente al Kohén para la evaluación de su condición. El Kohén tiene el conocimiento y la potestad de sentenciar cual es el grado de gravedad de esta condición y, cuando lo considere apropiado, puede declarar que la persona tiene Tsaráat, una aflicción que exige su separación del resto de la comunidad por un tiempo prudencial: siete días. Existen varios pasos que la persona afectada debe cumplir, incluyendo el ofrecimiento de un Korbán de expiación. Aunque la aflicción se manifiesta sobre la piel, un órgano externo del ser humano, está claro que la Torá considera que el malestar es un reflejo de una condición interna, de un desequilibrio espiritual de la persona. Aparentemente, la enfermedad es vista desde dos prismas. El primero es la manifestación física de la dolencia, pero al mismo tiempo se debe enfrentar el posible deterioro emocional y espiritual que subyace al síntoma fisiológico.
Los jajamim interpretaron el vocablo Metsorá, como Motsí shem ra, el indebido uso de la palabra, e identificaron a la injuria verbal del prójimo como la causa de la enfermedad cutánea. La Torá quiso destacar que la agresión no tiene que tener ser de orden físico o material, porque la acometida verbal puede ser más penetrante y dolorosa que cualquier golpe que la persona pueda asestar a su prójimo. Por encima de las guerras y los conflictos armados, el destino de la Humanidad depende de la palabra y la idea, el pensamiento y la reflexión. Prueba de ello es el mensaje que el pueblo judío ha diseminado, el conjunto de normas contenidas en los Diez Mandamientos que, hasta el día de hoy, constituye la carta fundamental moral para todos.
El mal uso de la palabra excluye a la persona de la sociedad que depende de la
cooperación y del esfuerzo mancomunado. Tal vez, la expulsión del Metsorá por un periodo de siete días tenía el propósito de permitir la reflexión sobre una actuación indebida, para la toma de conciencia acerca de la convivencia, que solo puede ser una realidad en el marco del comportamiento leal y sincero de todos los miembros de la sociedad.
Somos testigos de la efectividad del mensaje verbal que puede unir o separar a la gente, promover el odio o el afecto. Los déspotas y autócratas de todas las edades se valen del poder persuasivo e inflamatorio de su discurso, siendo el caso de Hitler el más perverso de los últimos tiempos. En el caso de la enfermedad, el judaísmo instruye: Yefashfesh bemaasav, la persona
debe reflexionar, iniciar un proceso de introspección para analizar el origen y las causas de su dolencia que generalmente se manifiestan tanto en el campo fisiológico como en el espiritual. ¿Por qué́ instruye la Torá que el Metsorá se dirija al Kohén? Se debe recordar que una de las funciones principales del sacerdocio bíblico era Lehorot, la educación. El antídoto para la enfermedad que tiene una raíz espiritual debe empezar por el estudio del texto sagrado y la incorporación de las Mitzvot a la vida cotidiana. Solamente a través del conocimiento se puede encaminar la persona hacia una vida de convivencia, el comportamiento que exige la apropiada utilización de la capacidad verbal y que sitúa al ser humano por encima de las otras criaturas que D’os creó para poblar la tierra.
Shabat Shalom!