Matot Masei

By julio 13, 2023 Parashot
14 julio de 2023 / 25 Tamuz 5783

Rabino Efraim Rosenzweig

(Números 30.2-36.13)

Este shabat leemos dos parshiot y finalizamos la lectura del Sefer Bamidbar. Estas parshiot son Matot y Masei. En Masei se menciona el establecimiento de seis ciudades de refugio que los hebreos tenían que apartar para quienes mataban a una persona sin intención de hacerlo.

La Torá ordena que, en el caso de shogueg, el crimen cometido sin intención de perpetrarlo, el asesino tenga la oportunidad de refugiarse en una de las arei miklat, ciudades que habían sido designadas para servir como protección del goel adam, el miembro de la familia del muerto que podía vengar la sangre derramada. Hay quienes indican que en cada familia se designaba a un goel adam, el individuo que tenía la tarea de velar por la integridad del grupo y cuya responsabilidad era ajusticiar a aquellos que cometían un crimen contra su familia. Está claro que el goel adam no podía ser enjuiciado por saldar sus cuentas con el asesino: siempre tenía el derecho de vengar la muerte del familiar, a menos que el asesino buscara refugio en una de las arei miklat. Las ciudades pertenecientes a la tribu de Leví, tribu que no había participado en la repartición de la Tierra Prometida, también podían servir como refugio.

Se puede deducir que el asesinato es un crimen no solamente contra el muerto; también es una infracción contra su familia. Más aún, la Torá incluye a la tierra como parte agredida: “No profanaréis la tierra donde estéis, porque la sangre humana profana la tierra. No se puede hacer expiación por la tierra, debido a la sangre que fue derramada en ella, sino por medio de la sangre del que la derramó”. Si tomamos en cuenta que el primer hombre, Adam, fue confeccionado con el polvo de la tierra, se puede comprender que la tierra considere que ha sido violada cada vez que un ser humano es asesinado. Por ello exige el saldo de cuentas: la sangre del asesino.

Después del primer asesinato, la muerte de Havel, el asesino, su hermano Caín, es expulsado del lugar que ocupaba. Su castigo consistió en convertirse en un ser errante, porque ningún lugar terrenal quiso darle albergue: había desairado y violado la tierra con la sangre de su hermano. Podríamos agregar un evidente elemento adicional: el Creador. Cuando D’os hizo a Adam le insufló su “aire”, su espíritu. Si tomamos en cuenta el dictamen del Talmud, el cual reza que D’os se comunica a través de la Torá con el lenguaje del ser humano, observamos que el soplo divino implica que D’os creó al hombre con un elemento de su fuero interno; porque el aire que se sopla proviene de las entrañas. De tal modo que Adam fue creado con un ingrediente que proviene de las “profundidades” de D’os. Al asesinar a una persona también se elimina una fracción del “aire” original que proviene del Creador.

Los arei miklat constituyen una concesión a la debilidad humana, al probable descuido e insensibilidad frente a los derechos del prójimo. Aunque estas ciudades ofrecían refugio, también eran cárceles, dado que el goel adam siempre acechaba, y el asesino no podía por lo tanto salir de allí a riesgo de ser muerto.

¿Hasta cuándo debe permanecer el culpable en el refugio? La Torá sentencia: hasta la muerte del Cohén Gadol, el Sumo Sacerdote ¿Cuál es la relación entre el cohén y la muerte de una persona?  Desde cierta óptica, el cohén es el personero responsable por la armonía en la sociedad: sus enseñanzas deben conducir a la convivencia y el shalom. Probablemente la muerte del Cohén Gadol producía un período de introspección y teshuvá en la comunidad, de acercamiento entre la gente e indulgencia por la injuria, hecho que, a su vez, atenuaba el espíritu de agresión del goel adam, que cesaría de perseguir a quien había asesinado a su familiar beshogueg, sin intención.

 

Shabat Shalom!