(Levítico 21:1-24:23)
Este Shabat leemos en la Torá la parashá Emor. Mientras en las anteriores lecturas se hacía hincapié en la santidad del Pueblo en su conjunto, en cuanto a la comida, el cuidado corporal y las relaciones íntimas, y la conducta ética y social, en esta parashá el enfoque se centra en los cohanim, los sacerdotes y el cohen Gadol, el sumo sacerdote.
Aparentemente, las responsabilidades suelen estar acompañadas de privilegios, pero también de tareas y limitaciones. Quien ocupa un cargo de liderazgo, deberá ser más mesurado con su acción y palabra.
Relacionado a esto, el comentarista Dáat Zekenim, sugiere una razón singular por la cual la Torá prohibió al Cohén Gadol contraer matrimonio con una viuda.
Partiendo del poder que la tradición judía atribuye al Cohén Gadol cuando pronuncia el Nombre Sagrado de D’os durante el culto del día de Yom Kipur, Dáat Zekenim ofrece una interesante especulación.
Durante su estadía en el Kódesh HaKodashim, el Cohén Gadol solía invocar diez veces el Nombre Sagrado de D’os, y tal era la efectividad de esa mención que si tenía en mente en ese momento a una persona que detestaba, la persona moría.
El poder del Cohén Gadol no tenía límite cuando el Nombre Sagrado estaba en sus labios, incluso para la acción negativa. Originalmente, el Cohén Gadol pronunciaba en voz alta el Nombre Sagrado, Nombre explícito cuya pronunciación era compleja. Dado que algunas personas aprovecharon esta oportunidad para aprender la pronunciación correcta y utilizar este conocimiento para propósitos ilícitos, se cambió el estilo y el Cohén Gadol dejó de pronunciar el Nombre en voz alta durante el servicio de Yom Kipur.
La Torá prohibió el matrimonio del Cohén Gadol con una viuda, según ese comentarista antes citado, porque era posible que, al tener una inclinación afectiva por una mujer, tuviera malos pensamientos acerca de su esposo en el momento de invocar el Nombre Sagrado de D’os, hecho que a su vez causaría la muerte del individuo.
Para evitar esta posibilidad, la Torá prohibió el matrimonio del Cohén Gadol con una viuda.
Sin ánimo de controversia, la opinión de Dáat Zekenim es quizás muy exagerada y rebuscada, pero apunta hacia un tema relevante: la responsabilidad adicional de quienes ejercen el liderazgo tanto religioso como social, político y económico.
A menudo se afirma que, los personajes públicos no tienen vida privada, su vida, completa es un hecho de relevancia pública, tanto sea un presidente, un primer ministro, un rey o un alto dignatario religioso.
Y así es, por lo que el cuidado de su imagen, su conducta y la de su familia esta abierta al escrutinio de todos.
El poder viene con privilegios, pero también con obligaciones y es algo que quienes lo ejercen deben siempre tener en cuenta.
¡¡¡Shabat shalom!!!
¡Shabat Shalom!
Rabino Efraim Rosenzweig