Behar Bejukotay

By mayo 15, 2020 Parashot
15 de Mayo del 2020 / 21 de Iyar 5780  

(Levítico 25:1-27:34)

La parashá Behar, la primera de las dos que leemos en este Shabat, nos comienza relatando que en el Monte Sinaí, D’os le comunica a Moshé las leyes del año sabático. Cada séptimo año todo el trabajo en la tierra debe cesar, y su producto debe ser dejado libre para que lo tomen todos, tanto seres humanos como animales. Es el año de Shemita.
Siete ciclos sabáticos son seguidos por un quincuagésimo año, el año de jubileo, en hebreo conocido como Shnat Hayovel, en el cual también cesa el trabajo en la tierra, todos los sirvientes son enviados libres y las propiedades ancestrales en la Tierra Santa vuelven a la posesión de sus propietarios originales.
Behar también contiene leyes adicionales que gobiernan la venta de tierras, y las prohibiciones contra el fraude y la usura.
El concepto de venta de la tierra que aparece en la Torá, no tiene nada en común con lo que nosotros conocemos como una operación de compra-venta.
En realidad el comprador compraba y el vendedor vendía… cosechas. Se calculaba el producto anual del campo y eso marcaba el precio, pudiendo el comprador recuperar su propiedad mediante el pago de la diferencia entre las cosechas ya obtenidas y las cosechas futuras.
Generalmente la venta se efectuaba en caso de necesidad, y el propietario original, en el año del jubileo recuperaba su campo gratuitamente.
¿Por que se manifestó D’os en una montaña para revelarse al Pueblo?
Desde que han existido humanos y montañas, los humanos han escalado las montañas. No sólo por un propósito «útil», sino también por deporte, por el desafío que esto encierra, por ninguna razón -como lo expresó un alpinista- porque “están allí”. O quizás porque nosotros estamos aquí, bien abajo, y deseamos estar en un lugar más alto.
Consideremos el caso de Moshé. El Monte Sinaí no es el Everest. Pero recordemos que Moshé tenía 80 años en ese momento. Recordemos, además lo hacía en nombre de 600.000 personas (600.000 judíos, lo que significa que debía enfrentarse a 600.000 opiniones sobre qué ruta le convenía tomar, qué equipo era el adecuado para usar, etc; de hecho, Moshé debió construir un cerco alrededor de la montaña para retenerlos y que no suban por sí mismos).
Pero podemos decir que la escalada de Moshé, no fue por el desafío, sino para un propósito específico: Recibir la Torá. En realidad, D’os estaba descendiendo de todos modos a la tierra. Seguramente Él podía bajar unos miles de metros más, en lugar de que un sabio octogenario deba escalar la montaña. También, es cierto, podría haber programado la Torá directamente en nuestros cerebros, junto con todo el material que aparecería después, en lugar de grabarla en dos piedras, para que luego la estudiemos y descifremos.
Pero, D’os quería decirnos: Si, es cierto, ustedes están tan abajo, y Yo estoy tan arriba, que nunca lo lograrán por ustedes mismos. La única manera que exista algo eterno, infinito o verdadero en vuestras vidas es si Yo bajo a ustedes. Pero si Yo desciendo, todo lo que Les dé no tendrá sentido -al igual que vuestra propia existencia, pues nacerían con ello y no harían ningún esfuerzo por alcanzarlo.
Entonces, dice D’os, Haré las montañas. Montañas que probarán vuestras habilidades, que consumirán cada ápice de vuestra energía y determinación. Montañas tan altas, que requerirán un esfuerzo de vuestra parte para alcanzar sus alturas.
Recibir la Torá no sólo es un tema de voluntad, es también un tema de esfuerzo personal y colectivo.
Hay que subir la montaña………

¡Shabat Shalom!
Rabino Efraim Rosenzweig