(Números 8:1-12:16)
L a parashá de este Shabat es Beaalotja, que toca diversos y variados temas. Se nos relata que dos personas en el campamento entran en un trance profético. El espíritu de D’os desciende sobre Eldad y también sobre Meidad, y estos comienzan a profetizar. Un joven, que según Rashí es Guershom, un hijo de Moshé hace sonar una alerta sobre lo ocurrido. Yehoshua reacciona con violencia (porque se sugiere que anunciaban la muerte de Moshé y la sucesión de Yehoshua al frente del Pueblo). Moshé, en cambio, aspira a que en todo momento el espíritu Divino pueda estar presente, en el seno del Pueblo.
Estamos ante la presencia de una nueva figura bíblica, la del naví, el profeta. Moshé, el gran líder y libertador del Pueblo, es, al mismo tiempo, el prototipo del naví. En las palabras de Rambam, Moshé es el Adón haneviim, el señor de todos los profetas. D’os se comunica constantemente con él. Vayedaber Ad-nai el Moshé lemor: “y D’os le habló a Moshé diciendo”, es un versículo que aparece constantemente en la Torá. Para Rambam la profecía es la culminación del estado de perfección en el terreno de la moralidad, del intelecto y del espíritu.
Mucho se habla acerca de las facultades de predicción del profeta. El naví es el modelo de la persona indignada e insatisfecha por el comportamiento de los integrantes de la sociedad que lo circunda. Es aquel quien cuestiona por vocación. Para el profeta, las injusticias diarias, a las cuales solemos acostumbrarnos, son la causa de sus constantes denuncias y exhortaciones. No dedica su atención a la solución de los problemas filosóficos y teológicos tales como el por qué y el propósito ulterior de la existencia. Su preocupación está enfocada hacia las injusticias cotidianas: contra la viuda y el huérfano, contra el pobre y el desamparado, que le sirven de modelo, como blanco de los abusos.
El naví está, aparentemente programado para reaccionar violentamente contra la injusticia, sin tomar en cuenta las consecuencias personales que sus acciones pueden ocasionarlo. Así nos encontramos, por ejemplo, con el profeta Natán que se enfrenta al poderoso rey David para reclamarle directamente sus acciones en el caso de Bat Sheva.
La fuente de la inagotable energía del naví radica en su amor por el ser humano y la compasión que siente por sus sufrimientos. Su dedo acusador no se limita a señalar a los culpables de algún crimen.
Moshé demuestra su calidad de naví cuando, al salir por primera vez del palacio del faraón, defiende el honor del hebreo maltratado por el capataz egipcio. Con este acto, Moshé se pone en peligro y efectivamente pierde su situación de privilegio en la Corte egipcia. Un naví no puede permanecer indiferente cuando presencia una injusticia. Y así es como actúa Moshe en su vida y durante su liderazgo al frente de los B’nei Israel.
¡Shabat Shalom!