(Génesis 32:4-36:43)
La parashá de este Shabat Vaishlaj, nos presenta el reencuentro entre Iaacov y Esav luego de mas de veinte años.
Iaacov retorna de su vida en Jaran, en la casa de suegro Lavan, con una familia numerosa a cuestas, y una importante riqueza.
Después de dos décadas de ausencia, Iaacov decide retornar a la tierra ancestral, pero sabe que tendrá que enfrentar primero la ira de su hermano Esav, no obstante, el lapso transcurrido. En el encuentro filial, Esav da una muestra de hermandad, abraza a Iaacov y lo invita a compartir las bondades de la Tierra Prometida.
Pero en un revivir del episodio entre Avraham y Lot, la abundancia del ganado y los bienes de ambos les impide compartir la misma tierra. Iaacov le había brindado un sinnúmero de piezas de ganado a Esav, quien ahora necesita una expansión significativa de sus campos, donde otros rebaños no competirán por el mismo sustento.
En el desenlace de los episodios mencionados, sale a relucir una diferencia importante acerca de los valores de estos personajes.
Ishmael, se siente rechazado por Avraham y no intenta la reconciliación, porque su orgullo ha sido vulnerado. Es un cazador y un hombre del campo, que sólo retorna al hogar paterno después de la muerte del patriarca, para participar en su entierro.
En cambio, Esav permanece al lado de sus padres, especialmente durante el largo período de ausencia de su hermano mellizo Iaacov. Pero, por motivos netamente materiales abandona la Tierra Prometida y se radica en Seir, que es la tierra de Edom.
La continuidad del judaísmo, no podía depender de personajes que en momentos críticos estuvieran dispuestos a tomar un rumbo diferente, para responder a situaciones circunstanciales, a necesidades materiales o que estuvieran dispuestos a sacrificar derechos, como la primogenitura a cambio de una satisfacción material inmediata.
Las enseñanzas de los patriarcas tenían que ser interiorizadas con profundidad, para que sus descendientes no se desviaran del sendero trazado, incluso bajo las circunstancias más adversas. Tal vez, ese es el mensaje que los sabios de Israel desean destacar en su interpretación del versículo en el que Iaacov afirma: Im Laván Garti, “residí con Laván”.
Señalan que, la palabra Garti es equivalente al vocablo Taryag, que es el valor numérico de 613, el número total de mitzvot. Son las mismas letras hebreas, pero en un orden diferente. Esta claro que la Tora, aún no había sido entregada y no podemos hablar de mitzvot. La moraleja es que incluso en el hogar de Laván, Iaacov no olvidó un comportamiento ético apropiado.
En donde estemos, hay valores esenciales a los que no podemos renunciar.
¡Shabat Shalom!
Rabino Efraim Rosenzweig