(Éxodo1:1-5:23)
El primer versículo de la parashá Shemot nos dice: “Ele shemot… habaim Mitsraima”, “Estos son los nombres de los hijos de Yaacov, habaim, que vienen a Egipto”. En realidad, los hebreos se habían residenciado en esa tierra tiempo atrás; por lo tanto, sorprende el uso del vocablo habaim, “que vienen”, tal como si fuera un evento que se realizaba en aquel momento.
De acuerdo con el Midrash, después de la muerte de Yosef, los hebreos perdieron influencia en la Corte y los egipcios empezaron a tratarlos tal como si hubiesen llegado recientemente al país.
En lugar de hacer referencia a la actitud de los egipcios, tal vez el vocablo “habaim” alude al comportamiento de los hebreos que no se asimilaron al medio ambiente y permanecieron fieles a la tradición de los patriarcas, portándose como si hubieran arribado a Egipto en aquellos días.
Por mantener su individualidad, con nombres y vestimentas diferentes, tradiciones e idioma propios, algunos egipcios probablemente dudaron de la lealtad de los hebreos.
Cabe reflexionar acerca de este tema: ¿un grupo puede hacer una contribución mayor al colectivo cuando mantiene intactas sus tradiciones ancestrales, o cuando se integra totalmente a la mayoría? Se puede argumentar que el patrimonio cultural e intelectual de la sociedad, es directamente proporcional a la diversidad, a los aportes específicos e individuales de cada uno de sus integrantes.
Una de las razones fundamentales para que el hebreo mantenga su identidad y no se asimile al medio, es la misión que D’os le encomendó: ser una luz para las naciones. Este imperativo será mencionado de manera explícita en la Torá, que ordena que los hebreos deban constituir un Mamléjet kohanim vegoy kadosh, “un reino de sacerdotes y un Pueblo sagrado”.
Esta misión del Pueblo hebreo implica más que una distinción, la responsabilidad de servir como ejemplo para los otros Pueblos. No es cuestión de privilegio, sino de servicio.
Sin embargo, cabe destacar que, no todos los hebreos se mantuvieron en Egipto fieles a la tradición de los patriarcas. Hay quienes interpretan la palabra vajamushim, utilizada en el momento del éxodo como indicación de que sólo ejad mejamishá (“uno de cada cinco”) salió de Egipto. Aparentemente, el ochenta por ciento de los hebreos se integraron completamente al ambiente egipcio, fueron asimilados del todo. Porque la tentación de adoptar la cultura más importante de la época, la cultura egipcia con sus avances en la astronomía y la escritura, invitaba a los hebreos a abandonar el supuesto primitivismo de su ideal monoteísta.
La tensión entre la integración y el individualismo es el tema que acompañará al Pueblo judío a través de la historia, en los sucesos que condujeron a la celebración de Purim y en los eventos que acompañaron a la rebelión de los Jashmonaim, hechos plasmados en la festividad de Jánuca. Incluso en nuestros días, la asimilación luce como la mayor amenaza para la supervivencia del Pueblo judío más aún que el antisemitismo.
Es nuestro deber saber encontrar el equilibrio adecuado entre integración a la sociedad y particularismo e identidad.
Shabat Shalom!!!
Rabino Efraim Rosenzweig