Nitzavim

By septiembre 3, 2021 Parashot
3 septiembre del 2021 / 26 Elul 5781

(Deuteronomio 29:9-30:20)

El último shabat del año es el reservado para la lectura de la parashát Nitzavim. En el transcurso de sus últimas palabras, Moshé exhorta al Pueblo judío a seguir por el sendero de las mitzvot, conducir sus vidas de acuerdo a los dictámenes de la Torá. Todo ello basado en un Brit, un pacto que el Pueblo hizo, un compromiso asumido sólo por los allí presentes, parados ante el Creador, sino incluso con la anuencia de los ausentes en aquel día. De esta manera, Moshé destaca que la relación del Pueblo judío con D’os es una relación eterna, incluso con las generaciones futuras.

 

Aunque este pacto luce determinante para el destino del Pueblo judío, cabe preguntar: ¿Cómo se puede comprometer a quienes no están presentes? ¿Es posible acaso decidir por las generaciones que aún no han visto la luz del día? Varios exegetas deliberan acerca de esta dificultad, entre ellos Rav Yitzjak Arama. En efecto, argumenta Arama, este tipo de pacto no puede tener vigencia legal, porque en la tradición judía los hijos no pagan la culpa de los padres, ni los padres la culpa de los hijos. Cada quien debe asumir la responsabilidad por sus propias acciones.

 

Y una generación no debería poder comprometer a otra generación futura. Yitzjak Arama argumenta que la relación entre D’os y el Pueblo judío no se rige por las normas de otras relaciones.

El amor de D’os por el Pueblo judío no depende de la existencia material del Pueblo, es un fenómeno que tiene tal vigor que su cancelación es inconcebible. Tal como una persona no puede negar su propia identidad, de la misma manera es inconcebible que el Pueblo judío se separe de D’os y Sus leyes. La relación del Pueblo judío con D’os forma parte del código genético de este Pueblo; por lo tanto, asumir que las generaciones futuras también están obligadas por el mismo pacto es una manera alterna de describir la naturaleza intrínseca del judío.

 

En el Kuzarí de Yehudá HaLeví, el argumento que sustenta la fe en el Creador y la veracidad de la Torá es el hecho de que la revelación Divina no se produjo en la intimidad, no fue un hecho privado, sino un evento público; la revelación se produjo ante toda la masa del Pueblo judío que había participado en el éxodo de Egipto. Ese evento alteró el contenido genético del Pueblo judío y cada uno de los descendientes futuros tiene impresa sobre su alma aquella experiencia única.

 

De esta manera, el estudio de la Torá no es una experiencia totalmente novedosa para el judío. Aunque vea por primera vez un texto, la vivencia es tal como si volviera a un lugar que ya ha visitado en el pasado. El estudio se convierte en un repaso, porque cada judío forma parte del colectivo que estuvo presente en aquel momento histórico.

 

De alguna manera, al tener ante nosotros la Torá es como si rememoráramos algo que esta impreso en nuestro ADN, en nuestro interior y que vuelve a la existencia cada vez que cumplimos con una mitzvá.  Al acercarse los Iamim Noraim revivamos ese interior profundo y a la vez interior en cada uno de nosotros.

¡Shabat Shalom!