Ki Tetze

By agosto 27, 2020 Parashot
28 de agosto del 2020 / 8 Elul 5780  

(Deuteronomio 21:10-25:19)

La parashá que leemos en este shabat es la parashát Ki Tetze que estamos leyendo en el mes de Elul,  ya finalizando el año calendario judío   La Tora nos enseña disposiciones que se debían aplicar en una guerra. Incluso en una situación tan dramática como un conflicto bélico, aún en ese caso correspondía aplicar leyes. No valía todo.

Había dos tipos de guerras en tiempos bíblicos. En el caso de agresión externa, se debe responder con miljémet jová, que quiere decir una guerra obligada.  El mélej, que es el rey de Israel, no requiere del consentimiento de ningún cuerpo deliberante para enfrentar una agresión bélica de esta naturaleza.  En cambio, en el caso de miljémet reshut, que hace referencia a una guerra optativa cuyo propósito sea el de agrandar los límites del país, se necesita la aprobación previa del Sanhedrín, el cuerpo de setenta y un notables religiosos.  Nuestro texto inicial que reza, ki teitzei lamiljamá al oiveja, quiere decir que, cuando salieres a la guerra contra tus enemigos, argumenta para que nuestros sabios exijan que se compruebe que realmente se trata de oiveja, que significa tus enemigos.

Ya en la parashát Shoftim que leímos la semana pasada, se hacían excepciones al cumplimiento del servicio militar en una guerra, los oficiales y cohanim  tenían que hablarle al Pueblo señalando, mi haish asher baná báyit jadash veló janajó yelej veyashov leveitó…, “qué hombre hay que haya construido una casa y no la haya estrenado, que se vaya y vuelva a su casa, no sea que muera en la guerra y otro estrene su casa”.  El haber plantado una viña y el haber esposado una mujer y no haberla tomado, eran igualmente razones suficientes para no tener que participar en la guerra. De igual forma, podían abstenerse de ir a la guerra hayaré veharaj levav, “el temeroso y el de corazón débil”.

Primero se le debe ofrecer al adversario la posibilidad de la paz, según el Talmud.  La aceptación por el enemigo de las leyes básicas de Nóaj, es una razón suficiente para no matar a ningún ser viviente. Cuando se establece un sitio a una ciudad debe descuidarse la vigilancia de uno de los lados del perímetro, para permitir que escape quien desee salvarse. No se deben cortar los árboles que dan frutos comestibles y hay que permitir la entrada del agua necesaria.

No obstante, las instrucciones contenidas en nuestro texto que fueron interpretadas ampliamente por nuestros jajamim, para atenuar los desastres de los conflictos bélicos, nuestras aspiraciones y deseos tienen como norte el entendimiento y la armonía entre los Pueblos.

La esperanza final será que algún día estas leyes no serán necesarias,  porque se harán realidad las palabras del profeta Ishaiahu cuando dice “Ellos convertirán sus espadas en arados y sus lanzas en hoces.  Ningún Pueblo volverá a tomar las armas contra otro ni a recibir instrucción para la guerra” (Isaías 2:3-4).  La conversión de las espadas en arados es el símbolo y el lema para un mundo donde la guerra desaparecerá como forma de relación entre los Pueblos.

¡Shabat Shalom!

Rabino Efraim Rosenzweig